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Mensaje por Renji Valamar Lun 07 Nov 2016, 1:20 am

Llevaban ya dos días en la isla, las labores de reconstrucción del barco encallado se habían tornado complicadas y más difíciles de lo que se podría suponer. Valamar y Emilio no eran gente de mar propiamente dicho, mucho menos Dana y skye  pero afortunadamente la capitana Alondra Artanis era una experta en la fabricación y la reconstrucción de barcos.

El Huevon era el nombre de aquel barco, y se hallaba en condiciones penosas,  estaba medio hundido en la costa. El mar lamía sus cubiertas. Los mástiles eran muñones chamuscados. A juzgar por los daños sufridos más allá de la humedad el cazador sospechó que allí se había librado una batalla y que la había perdido, el Huevon llevaría su tiempo en ser reparado.

Se repartían las tareas durante el día, entre la caza, la pesca y la recolección. Así como las reparaciones propias del barco, por la tarde y la noche descansaban y montaban guardias.

Las labores eran pesadas, pero eran mejor que pelear contra sombras insustanciales, estatuas que cobraban vida y Gusanos de hielo gigantes.

Una enorme hoguera ya chisporroteaba. Valamar se había sentado en una piedra para despellejar una ardilla. El olor delicioso del guiso inundó las fosas nasales de todos. Emilio removía el caldero. Alondra  se acercó  y este le tendió el cucharón sin decir palabra. La capitana  lo probó y se lo devolvió.

Lástima que no tengamos pimienta dijo la capitana

Dana no miraba nada ni a nadie; se quedó sentada con su sopa, melancólica y meditabunda.

Renji por su parte, había terminado con la ardilla y ahora estudiaba la hoja de su espada

Está haciendo demasiado frió
. — Se quejó Emilio

¿Frio?  Pero si esto es un beso de verano
—declaró la capitana— Deberían venir conmigo un día a las islas del hielo, ahí se dice que el otoño besa, pero el invierno coge, ahí si que hace frió.

Si es que algún día terminamos de reconstruir ese maldito barco
—se quejó de nuevo. El viento soplo, y la hierba susurró su aprobación o quizás su desaprobación.

Tenemos que fabricarnos más herramientas si queremos avanzar más rápido Afortunadamente madera es lo que sobra en esta isla.


Después de la cena, sintiéndose cansados y con menos frío, Emilio y Alondra se arrebujaron uno contra el otro encima del manto de piel de oso que hallaron en el barco encallado.

Las primeras caricias de Emilio no fueron rechazadas por la joven pirata, que respondió con ardor juvenil.

La expresión del rostro de Valamar  se dulcificó al recordar a Kaela, el verlos le hacía recordarla, pero al darse cuenta de que se estaban poniendo demasiado “cariñosos” Decidió levantarse de la piedra donde estaba sentado.

Yo montare la primera guardia hoy. Pero primero daré un pequeño paseo por la playa para bajar la cena.

No te alejes mucho… la última vez que diste un paseo…


Estaré cerca… Solo deseo caminar un poco… No te preocupes…


Por su parte, la Capitana Alondra sin pudor alguno le pregunto a Dana, haciendo referencia a si deseaban hacer un trio:

¿Y tú? ¿Vienes con nosotros al refugio?, Si vienes prometemos que seremos buenos contigo o ¿prefieres tocarte tu sola…?
Dijo guiñándole el ojo

Dana simplemente negó con la cabeza, sonriendo llanamente ante la picara propuesta


Yo me quedare aquí, alimentando el fuego un rato…


La capitana se encogió de hombros, ante la negativa de Dana y le hablo a Nemura

¿Qué hay de ti rojita? ¿No quieres venir con nosotros? ¿O vas a despreciar mis pechos otra vez?
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Mensaje por Skye Nemura Lun 07 Nov 2016, 3:18 am

La vida atrapada en una isla podía llegar a ser mucho menos paradisíaca de lo que se podría llegar a pensar. Dejado atrás el misterioso castillo y a sus horripilantes criaturas, en general, los peligros disminuyeron drásticamente. Eran los suficientes como para espantar a los depredadores, habían mejorado su refugio y no tenían problemas para conseguir comida y agua, pero eso solo les ayudaba a sobrevivir, no les acercaba al momento de dejar la isla.
Sin ninguna otra opción que reparar el viejo y destrozado barco en el que quien sabía hace cuantos años la capitana Alondra había naufragado en esas cosas, pasaban los días sumidos en un agotador ritmo de trabajo. No tenían un astillero y ninguno de ellos, salvo la capitana, sabía de barcos lo suficiente, por lo que el ritmo de las reconstrucciones era lento, tortuoso.

- Dentro de trescientos años podremos robar pimienta de ese castillo. Viendo al ritmo que vamos, no me extrañaría. - El humor de Skye seguía siendo tan sarcástico y afilado como siempre, incluso con sus nuevos declarados amigos. Que los considerara así no la había cambiado mucho, seguía siendo una persona solitaria.

Pero de vez en cuando observaba a Dana, la amazona, intentando captar algo en sus ojos, o una sonrisa sincera, algo que la sacara de esa melancolía en la que había estado sumida desde que salieran del castillo. Aunque había tenido intención de hablar con ella, no lo había hecho aún. Se decía que no tenía tiempo, lo cual era cierto la mayoría de las veces, entre las reparaciones y las guardias, era complicado encontrar un momento para hablar. Pero la realidad era que la ponía nerviosa la idea de quedarse a solas con ella.

Skye no participó en las conversaciones en torno a la hoguera, como casi siempre. Comió en silencio, de vez en cuando respondiendo con un soplido o un gruñido, cuando Emilio y la capitana se ponían demasiado melosos.

De hecho, aún no había acabado de comer cuando la última le preguntó a Dana si quería acompañarles en sus, así los había bautizado Skye, ritos de apareamiento. Por alguna razón eso la hizo fruncir el ceño a esperas de lo que la amazona contestaba.

- No. - Respondió Skye cuando le preguntó a ella. - No voy a acostarme con vosotros. - Gruñó. - Pero prenderé fuego al refugio con vosotros dentro si hacéis tanto ruido como la última vez.

Se acabó lo que le quedaba de sopa, mientras Emilio y Alondra se iban, cuando supo que ya estaban lejos se acercó a Dana y se sentó junto a ella.
No supo que decir. Empezar una conversación no era su fuerte, y menos aún con todo en calma, y con una mujer a la que solo conocía de una pelea en la que habían intentado matarse, y que había acabado salvándole la vida.

- ¿Por qué no has querido ir con ellos? - Preguntó, aunque se arrepintió al momento de hacerlo. Se imaginó como sonaría eso. - Pareces triste por algo.

Apretó los labios y miró directamente al fuego. - Deberíamos construir nuestro propio refugio. - Sonrió fugazmente y la miró.
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Mensaje por Renji Valamar Lun 07 Nov 2016, 5:32 am

Al cabo de un rato y haciendo caso omiso de las amenazas de Nemura, Emilio y Alondra gemían y gritaban, dejándose llevar por la pasión.

Dana yacía rígida, mirando en la oscuridad las olas cuando Nem se le acerco, alzo la vista y se perdió por breves segundos en los ojos azules de Nemura por unos instantes, sintiendo una pequeña opresión en el pecho.

Soy muy mala para esas cosas, y le tengo mucho miedo al rechazo, no quiero que se den cuenta de que soy aburrida o torpe.
 

Bajo la cabeza para posar la mirada en el suelo, como si las rugosidades de la arena fuese tan fascinantes para no dejar de mirarlas. Hasta que sus palabras la volvieron de golpe a la realidad.  

La verdad es que cuando Valamar me mando a recolectar huevos de tortuga después de ponerme a secar las uvas, me encontré uno, estaba buscando el momento oportuno para decírselo a Renji para que me dejara quedarme ahí, pero siempre lo veo tan concentrado en sus pensamientos que no me he atrevido a interrumpirlo… Estoy de acuerdo contigo esos dos hacen demasiado ruido con sus fiestas privadas, la única hamaca del barco estaba rota… pero no quería decirles porque me da pena que piensen que no me integro al equipo, es solo que me siento como una intrusa entre ustedes

Guardo silencio un segundo cavilando sus propias palabras

¿Quieres que te lo enseñe? Ven no está lejos. Te gustara, es un lugar fantástico.


Le invitaba como una niña pequeña invitando a otra a jugar al patio, parecía estar emocionada, o eso connotaba su voz. La guio por un sendero flanqueado de rocas laterales donde chocaban las olas y la arena era un poco más compacta.

Llegaron a la cueva donde la temperatura era inusitadamente cálida. Millones de cristales diminutos, nacidos directamente de la piedra, creaban extrañas y hermosas formas de las que emanaba una luz interior. Bajo sus pies se oían tintineos y crujidos a cada paso --el mismo ruido que oirían si caminasen sobre cristal pulverizado--, y cuanto más se introducían en la cueva más calor hacía.

A pesar de lo maravillosamente hermoso que era aquel corredor, la siguiente galera fue desilusionante, después de lo que habían visto afuera parecía como si fuese a encontrarse con el palacio de un hada. Pero el recinto era de una sencillez casi decepcionante. Sus paredes también  estaban recubiertas de brillantes cristales; sin embargo, el techo estaba a tan sólo dos metros y el escaso mobiliario podría haber pertenecido perfectamente a la humilde vivienda de algún naufrago.

Había una cama estrecha, cuyas sábanas y almohada hacía tiempo se habían transformado en polvo;  aunque Dana la había cubierto con paja  nueva ; una mesa de madera maciza con una única silla y un pesado arcón de roble, y eso era todo. No era el laboratorio de un alquimista, no había ninguna bola de cristal, nada de estantes repletos de pergaminos ni libros sobre poderes secretos

¿Prometí demasiado? Todavía no te he enseñado el lago. Los demás corredores conducen a lo más profundo de la montaña. Pero tenía miedo de extraviarme.


Más adelante ya se escuchaba el gorgoteo del agua. Era un manantial subterráneo de aguas termales alimentaba tres pequeños estanques y un pequeño lago donde cientos de burbujas ascendían de las profundidades verdosas y se rompían al llegar a la superficie.

Al otro lado del lago, con toda seguridad a cincuenta o sesenta pasos, sobre la pared de roca se intuía, más que verse, una gigantesca puerta negra labrada con extrañas runas y jeroglíficos.

Me he sentido, tentada a destruir esa puerta con mi hacha, pero tengo miedo de liberar algún demonio del inframundo, u otra cosa por el estilo…
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Mensaje por Skye Nemura Mar 08 Nov 2016, 12:49 am

Esperaba que con todo ese ruido atrajeran a otro saurio dragón solo por el susto que se llevarían Emilio y Alondra. No le habían hecho ningún caso, y luego se quejarían si se ponía de mal humor. Desvió sus pensamientos hacia otra dirección para no ofuscar su temperamento y negó con la cabeza a las palabras de Dana.

- Dices unas cosas muy raras, pero me alegro de que no fueras con ellos.

No se imaginaba a Dana siendo torpe con algo, y mucho menos aburrida en el sexo, tenía un cuerpo envidiable y una personalidad en total disonancia, era dulce, desconcertantemente inocente y de un modo que hacía que Skye se preocupara con ella, también era melancólica. Irónicamente Nemura también apartó la mirada, dirigiéndola al mar mientras pensaba.

- Yo no pienso en ti como en una intrusa. - Realmente no sabía que pensaba de ella, pero desde luego no eso. Maldijo para sus adentros porque aquello estaba resultando más confuso y difícil de lo que había creído que sería. Sacudió la cabeza y desechó esos sentimientos, apartándolos para lidiar con ellos luego.

- Enséñamelo, por favor. - Se dejó guiar y por primera vez, recorriéndola junto a Dana, la isla cobró un aspecto paradisíaco a sus ojos. El calor de aquella gruta la golpeó pero con suavidad. Una vez había estado en una casa de placeres en Lesbia (pertenciente a Irina) en la que tenían unas saunas, aquella cueva no llegaba a ser tan caliente como esas saunas pero era igualmente reconfortante, y mucho más hermosa.
Además, como Skye solo tenía una muda de ropa (pues había perdido su equipaje en el ataque de los piratas) y no era precisamente abrigada, solía pasar frío todas las noches, aunque era demasiado orgullosa como para reconocerlo. Sentir calor fue una sorpresa agradable.

A cada lado del corredor habían unos cristales de un tipo que no había visto en su vida, eran luminiscentes y ella supuso que el calor salía de ellos, era un lugar hermoso y en ese momento sintió celos de que fuera a saber alguien más que existía.
Siguieron andando hasta llegar a una cueva humildemente amoblada.

- No, de hecho me encanta. Siempre he sido amante de las cosas sencillas y prácticas, me recuerda a mis habitaciones, salvando las diferencias. - Pensó en su cuarto, en Lesbia. Era una habitación grande pero poco amueblada, sin ninguna decoración. Le gustaba tener espacio y solo lo indispensable.

Se oía el rumor del agua y la idea de tener unos baños, o quizás, aquel lago subterráneo en el que había tenido lugar una visión, o revelación, antes de que despertara en las mazmorras.

Dana hablaba sobre una puerta en la que no reparó hasta que la mencionó, sin duda era una rareza, un misterio quizás equiparable al del castillo. La curiosidad estuvo a punto de tirar de ella pero se la sacudió de encima, dejando aquel misterio para otro momento.

- Dana. - La amazona era alta, lo suficiente como para que ella tuviera que ponerse de puntillas en un intento de alcanzar su altura. Al acercarse a ella sintió calor, como había sentido en el pasillo anterior a la cueva, pero de una forma diferente, como si emanara de la piel olivácea de la mujer.
Al pegarse a ella sintió el contacto de los pechos de la amazona contra los suyos y tuvo por un segundo que aguantar el impulso de apartarse. No había hablado con nadie sobre lo ocurrido en el barco del capitán Satanis, ni de como le había afectado, pero aquel pequeño roce era suficiente para hacerla sentir mal.
Aún así, cerró los ojos y acercó sus labios a los de Dana. La atraían, tiraban de ella más fuerte de lo que habrían hecho las sirenas del estanque, tan carnosos y suaves, era una fruta de la que no podía pasar más tiempo apartada.
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Mensaje por Renji Valamar Mar 08 Nov 2016, 5:41 am

La amazona miraba fijamente a la puerta,  había una fuerza invisible de atracción hacia esta y lo que había detrás, sentía que las runas le siseaban, le hablaban pero no era ingenua, desde luego; quien quera que hubiese edificado esa puerta, quería contener fuerzas que deberían permanecer eternamente dormidas.

Entonces la pelirroja le hablo, al girar la cabeza, se perdió en sus ojos, esos ojos azules que la habían hipnotizado y cuya brujería era tan fuerte que fue capaz de romper la posesión del Doppelganger, al igual que la puerta, la pelirroja entrañaba peligros también aunque de distinta índole. Aquellos labios podían infringirle heridas más lacerantes que las provocadoras por el rigor de sus espadas en aquella pelea, heridas que quizás no sanarían tan fácil como las anteriores.

Cuando hacían las tareas domesticas propias de la isla,ya había pensado en dar ese paso, pero ninguna de las dos se había atrevido. La razón romántica era para no romper la magia. La razón real era porque tenia miedo al rechazo y no estaba segura de si lo que veía en ella eran señales o imaginaciones.Días perdidos por no atreverse a dar un paso, por pequeño que fuera, que corroborara si estában o no en el mismo punto.

Se quedó paralizada cuando sus pechos turgentes rozaron los suyos y su vista se fijó en esos labios rojos que invitaban al beso. No pudo evitar cerrar sus ojos cuando estos se le acercaron y se hundió en aquel largo y profundo beso que hizo levitar sus labios. Se sintió en la gloria.

Después de este y sin poder contenerse le beso la cara, de norte a sur. Su boca comenzó a descender por su rostro dando besos como pisadas, la amazona había estado reprimiéndose desde aquella vez que estaban combatiendo.

Desde que te vi quede prendida de tu grácil belleza de tu cuerpo y tus redondeados, exuberantes y jóvenes pechos
. Le dijo con la mirada, aunque de sus labios no salió otro sonido que no fuese el de un largo suspiro.

Deseosa de desentrañar las concupiscentes maravillas que la pelirroja guardaba por fin se atrevió a hablar, aun y cuando fuese ella quien la había besado temía que solo hubiese sido un impulso o un capricho, que solo fuese una tunante, que quería jugar con su corazón. Pero por otro lado sentía que habian hecho un pacto silencioso con aquel beso, o por lo menos, eso quería creer.


Soy tuya, si me deseas, solo te pido que no juegues conmigo


Levanto sus morenos ojos de fuego, comenzó a sentir calor,  pero no el calor que emanaba de Lacueva o de los manantiales sino un calor que nacía de su entrepierna, la humedecía lentamente y crecía hacia el resto de su cuerpo, sus pezones se dilataron y se hicieron notar a través de las tiras de cuero que le cubrían su oliváceo pecho.

Las luces de los cristales de la caverna creaban sombras sensuales en los detalles de los esplendidos cuerpos de ambas féminas, se llevó las manos a su espalda para soltar el cuero que cubría sus senos, se soltaron, quedaron libres grandes  erguidos y fuertes, se mordió el labio inferior tratando de frenar el deseo.

Soy virgen y si mil virginidades poseyera y las apetecieras tú, las mil te las daría, a tu antojo, una por una, para que la dicha que en mi cuerpo alcanzaras no la igualaran los cuerpos de las demás mujeres que de ti han de enamorarse… ¡Pero no me desampares, no me desampares…! Haz conmigo lo que quieras, solo te pido que por favor no me lastimes.


**********

Valamar regresaba de su camina, Emilio y alondra roncaban como dos osos en periodo de hibernación. Noto que las otras dos chicas no estaban, pero vio sus huellas en la arena… Sonrió amargamente pensado en su Kaela… tal parecía que el único  que estaría solo en aquella isla sería el.
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Mensaje por Skye Nemura Mar 08 Nov 2016, 9:50 pm

La calidez de aquel beso la sorprendió, en un momento se olvidó de todo lo que no fuera el interior de la cueva y ellas dos. Fue como si el mundo más allá del pasillo decorado con miles de cristales hubiera dejado de existir, y en cierto modo así fue, para ella solo existían su cuerpo y el de Dana, tan juntos que se daban calor la una a la otra.
Que la amazona devolviera el beso, y no solo eso, sino que demostrara la misma pasión que la embargaba a ella, le hizo sentir un dolor extraño en el pecho, un dolor agradable e inesperado. Había sido tan fácil... Un paso, un beso, no había tenido siquiera que hablar. ¿Era siempre así de fácil?
En aquel momento, mientras Dana cubría su rostro de besos, se reprendió por un momento el haber sido tan antipática con Alondra y Emilio. A ella le apetecía hacer gritar a la amazona de placer, igual que hacían ellos.

Mordió con suavidad el labio inferior de Dana. - No tienes nada que temer. - La consoló al sentir sus inseguridades en la voz. ¿Pero era eso cierto? Skye se estaba arrojando por un metafórico precipicio en aquel momento, y arrastraba a Dana con ella, que no tenía ni idea de que clase de vida llevaba la joven asesina. ¿Qué era lo que no debía temer? ¿A qué se refería Dana con jugar con ella?

Las preguntas murieron en su pensamiento en cuanto los pechos de la amazona quedaron a la vista. Con mucho cuidado, los acarició con las yemas de los dedos, los recorrió en una espiral de caricias que acabó con sus dedos apretando sutilmente los pezones hinchados de la amazona. Con una mano que no conseguía abarcarlo por completo, tomó uno para llevarlo hasta su boca y chupó el pezón hasta arrancar un gemido a su compañera.
Las palabras de Dana, sin embargo, la hicieron detenerse.

Nunca era nada tan sencillo como parecía. Si aquello hubiese sido solo sexo, entonces Skye no se habría sentido así de bien, ni tan atraída por Dana. Si era más que sexo, entonces no podía hacerlo, porque significaría hacer exactamente lo que Dana le pedía que no hiciera, herirla. No quería herirla, aunque ansiaba dejarse caer libremente en la lujuria que empapaba su sexo, la detenía la expresión melancólica que había visto antes en el rostro de la amazona, cuando la observaba. La hacía sentirse triste por no saber como consolarla. ¿Cómo la haría sentir ser la causante de la tristeza de ella?

Le dio un suave beso una vez más y luego, tomándola por una mano, la llevó hasta la cama, donde se sentó y la hizo sentarse junto a ella. - Se que no es lo que quieres ahora mismo, y que diablos, voy a acabar con un charco en los pantalones... - Su voz sonó sarcástica, solo por un momento, hasta que recuperó la seriedad del momento. - Pero no podemos hacer esto sin hablar primero.

Le acarició la mejilla con ternura, pero aunque se sentía como un imán atraído por fuerzas inexorables hacia sus labios, no hizo ningún movimiento que la acercara a la amazona.

- No puedes entregarme tu virginidad, y sospecho que tu corazón, sin conocerme. - Volvió a sonreír con la picardía sarcástica que la caracterizaba cuando dijo – Incluso aunque sea tan hermosa.

Yo tampoco se nada sobre ti. Me gustaría que me hablaras de el lugar del que provienes, de como era tu vida, de como eres. Quiero conocer tus costumbres, tu cultura, saber que cosas anhelas y que te hace perder el sueño. Pero todo eso, por mucho que lo ansíe, es inmerecido. Lo que tu esperas de mi no puedo dártelo.

Las palabras le supieron a ceniza en la boca, por primera vez, sintió la amargura de la vida que había elegido.

- Los asesinos, como yo, no pueden permitirse los sentimientos. Son para nosotros como una soga al cuello. No soy una guerrera, como algunos se empeñan en creer, mato a gente por dinero. - Si bien Skye no había sido aún aceptada como una asesina completa, su entrenamiento había incluido ya trabajos de mejor calado, y había aprendido que no importaba la magnitud del encargo, matar era matar, ya fuera al chico de las caballerizas o un ricachón. - Y hacerlo requiere una vida solitaria, libre de... distracciones. - Se mordió con fuerza el labio superior al decir aquello, tanto por lo mal que le sonaba, como por lo cierto que era. Dana sería una gran distracción, si permitía que aquello pasara.

- Además tienes que entender que mi aspecto es igualmente un arma, tanto como mis dagas y espadas. - Lo que quería decir era “¿cómo podría serte fiel cuando tuviera que follarme a un blanco para asesinarlo? ¿o cuando tuviera que hacerlo para influir a alguien?”. Nunca se había sentido sucia por eso, creció en las casas de placer que poseía su madre, vivió rodeada de putas, aprendió de ellas a dar placer a los hombres y seducirlos, e incluso a las mujeres. En seguida se sintió a la defensiva, incluso antes de que Dana dijera nada. Era su cuerpo, lo usaría como quisiera. ¿Cómo se sentiría un guerrero al que le dijeran que usar su espada estaba mal?

- No estamos hechas la una para la otra. En realidad, yo no estoy hecha para nadie. - Cuando lo dijo, no sonó como si pretendiera dar lástima. Su soledad no era una maldición que tuviera que aceptar, era algo que se había impuesto a si misma, una elección con la que comulgaría siempre, por lo que su tono de voz era orgulloso. - Mi madre me contó la historia de mi maestro, una vez. Él no lo sabe. Había tenido una amante, una mujer a la que amaba. Sus enemigos la secuestraron para llegar hasta él. Él la dejó morir, en lugar de caer en la trampa.

Yo no cometeré el error de ponerme en la misma situación, pero si te lo preguntas... Yo habría hecho lo mismo.
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Mensaje por Renji Valamar Miér 09 Nov 2016, 12:27 am

Mientras Dana y Nemura encaraban aquel drama idílico y personal en aquella cueva, Valamar había llegado a un claro de bosque, se puso a amarrar los costales de paja  por las ramas de los arboles más gruesas, de forma que quedaron oscilantes en el aire.

Lo que tus ojos no ven tu mente lo completa…
Le había dicho el viejo lobo

Bajo de los árboles, intento  visualizar cada uno de los costales  con los ojos cerrados

La cortadora del viento, la espada gemela del hacha de Dana,comenzó a palpitar, la espada no reconocía a su portador. Tenia que enseñarle que él era su dueño ahora.

Spoiler:


Cuando estuvo listo Valamar grito aquellas palabras que le había enseñado Dana

¡Anamantra!


La poderosa ventisca azulada y blanca que  había invocado, destruía los costales con la paja dentro reduciéndolas a polvo y partículas doradas pero el remolino destructor se salió de su control, partiendo uno de los árboles en dos.

Comprendió que podía aprender a usarla por sí solo, aquella arma podría matar a amigos y enemigos por igual… Solamente Dana sabía usar esas armas con maestría. Tendría que pedirle que le enseñara bien…

***********

La amazona sintió un ardor en el pecho cuando la pelirroja paro en seco… La estaban lastimando de nuevo, se había entregado demasiado rápido otra vez y nuevamente estaba pagando las consecuencias…

Claro que entiendo, no soy tan ingenua como crees


No había más mentira que aquella, si lo era, y mucho. Nem estaba siendo comprensiva y cariñosa, al llevarla hasta la cama y hablar con ella. Pero para ella fue un rechazo en toda regla. No logrando aquel rechazo otra cosa que anudársele en la garganta, humedecerle los ojos y lastimarle el corazón, más virginal aún que su cuerpo soberbio de poderosa amazona.

Si lo quería, yo quería entregarme a ti y que tú te entregaras a mí… No entiendo porque me pides que te hable de dónde vengo y mi historia pero te la contare…


¡Su historia…!

¿Qué historia podía contarle a Nemura? La historia vulgar de toda amazona que se cría en una isla; que nacen en armonía con natura y con natura se crían al aire libre, entre brisas y flores; como todas las amazona isleñas, ignorantes, castas y fuertes; al cuidado de la tierra, la eterna madre cariñosa; con amistades aladas, con entrenamientos en las armas, pescando a orillas del río que meció su cuna.

Embravecido todos los otoños, revuelto, espumante. Pensativo y azul todas las primaveras, preocupado de llevar en su seno los molinos que movía, los prados que fecundizaba, el pueblo que alimentaba.

Dana quiso espantar sus recuerdos ahuyentándolos con las manos extendidas…

Escondida entre lo que los marinos entienden por rutas inexploradas, la isla de Dana; con espeso follaje y enredaderas. Frutales desgajándose al peso de sus frutos de oro o cubiertos de azahares que van y lo perfuman todo, desmayadamente; pozos profundísimos, con misteriosas sonoridades de subterráneo de hadas, con una agua de cristal para la vista y de hielo para el gusto, brocales antiguos de piedra.

Chozas de aspecto humilde, de chimeneas enanas, anchas y humeantes, domicilio oficial de las palomas, quienes, se desgañitan en armonías y arpegios desde que Ariadna amanece.

Inexplorada todavía en más de lo que se supone su mitad, volcánica toda, inmensa, salpicado de grupos de arbustos, de monolitos colosales, de piedras en declive…

Dana en los albores de su juventud, vivió en una deliciosa prolongación de la infancia, sin cuidados ni penas salvo el fallecimiento de alguna gallina... Ella y sus hermanas amazonas, vivieron en paz y armonía alejadas del mundo cruel de los hombres durante Eones, hasta que las expediciones de Marvalar, llegaron a sus costas…

Dana le contó todo esto a Nemura, cada detalle que recordaba de aquella idílica juventud pero no termino su relato, pues era demasiado amargo para recordar todo aquello que tuvo y todo aquello que perdió.

Si tú deseas una vida solitaria, no soy quien para intervenir… y no te exigía fidelidad, no te exigía nada, solo te pedía que no me lastimases…  no soy quien para distraerte de tu estilo de vida… solo quédate conmigo esta noche, aunque sea solo por hoy… No deseo estar sola, ya he estado sola mucho tiempo…


*****************

Dana se despertó  abruptamente en mitad de la noche,  sintió un escalofrío de terror a causa de una terrible premonición.

¿Qué habría en aquel oscuro y espantoso sueño de cuyas sombrías tenazas había escapado su alma?

Entrelazó las manos y se inclinó como si se dispusiera a rezar, pero de su boca no salió ni una sola palabra. Su mente era un caos. A pesar de sus esfuerzos, no pudo lograr el sereno dominio interior necesario para que su oración fuera eficaz.

Se sintió invadida por el horror. Un sollozo sacudió su magnífico cuerpo. De su pecho joven surgieron profundos suspiros. Se dejó caer boca abajo, sus negros cabellos se deslizaron suavemente sobre el suelo de la cueva.

¡Dime lo que tengo que hacer, te lo suplico, Ariadna!


Se levanto y salió corriendo de la cueva como una poseída, lanzo agónicos alaridos y llegando a la playa se arrodillo y escribió en la arena unas palabras.

L-A- P- U- E- R- T- A

La muchacha repitió el nombre en voz baja:

La puerta…
—Sus oscuros ojos brillaron con decisión. —¡Lo haré! —dijo para sí—. Le pediré a Valamar que…. ¡Y si no de todos modos los haré! ¡Es mi única espera…!

Emilio que roncaba como un oso en periodo de hibernación despertó ante aquellos gritos, al igual que Alondra y Valamar que pese a si mismo se había quedado dormido montando guardia. Todos corrieron hacia donde Dana había estado gritando…

Cuando llegaron la encontraron desmayada, intentaron despertarla pero fue inútil, Dana se había sumido en una especie de trance, del que simplemente no podría despertar por medios naturales…
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Mensaje por Skye Nemura Jue 10 Nov 2016, 3:33 am

Vio en el rostro de Dana que le había hecho daño, no es que no supiera que iba a hacérselo cuando empezó a hablar, se dijo que mejor hacer un daño moderado al principio que dejarlo pasar y causar un gran daño con el tiempo.
Por supuesto, captó la mentira de la amazona por la forma en que se ponía a la defensiva, y porque realmente era ingenua, le gustara o no. Pero no dijo nada, lo último que quería en ese momento era molestarla aún más.

- Te lo pido porque me gustaría conocerte. - Le dijo en tono suave, mientras le acariciaba la rodilla. Sus ojos no se olvidaban de que los pechos de Dana estaban desnudos y era imposible que no desviara la mirada a ellos de vez en cuando, pero escuchó sus historias con completa entrega, absorbió hasta la última palabra para hacerse una idea de como había sido la vida de Dana.

Después de aquello vino el reproche. ¿Pero como no disculparla? Entendía que Dana pudiera sentirse engañada, ella la había besado primero, y también sentía algo por ella. Quizás esa fuera la razón para impedirlo después de todo. No quería sentir amor por nadie.

- Me quedaré contigo. - Su voz fue dulce y sus caricias intentaron aplacar el dolor de la amazona. Recorrió su piel con los labios pero en ninguno de aquellos besos había una intención sexual, solo cariño. La abrazó y dejó que durmiera junto a ella, dándose calor mutuamente, mientras el deseo le decía a Skye que era estúpida por no aceptar su virginidad.

Se removió en la cama, horas más tarde, cuando Dana despertó. No era de extrañar, tenía un sueño muy ligero. La observó y le pareció asustada, pero no dijo nada, fingió que dormía mientras ella rezaba. Y cuando sollozó la abrazó, pero no pareció que la amazona se diera cuenta, gritó a Ariadna y echó a correr, dejando a Skye desvelada y confusa.

- ¿Qué mosca le ha picado? - Dijo en voz baja. Se sentó en el borde de la cama y la sábana de tela que era la única defensa de su desnudez cayó a un lado. Estaba dispuesta a seguirla fuera cuando un destello de color llamó su atención. Una pequeña criatura, parecía una lagartija pero tenía toda la piel escamosa recubierta de esos cristalitos brillantes, como los de las paredes de la cueva, y se había quedado mirándola. Fue suficiente para que Skye reflexionara y se quedara donde estaba.

Algo le pasaba a Dana y seguramente, lo último que querría sería que ella le fuera detrás después de la conversación de la noche pasada. Si estaba así por su rechazo, mejor sería dejarla en paz.
Se levantó, desnuda, e ignoró sus ropas para caminar en dirección contraria a la que había corrido Dana, directa al lago. Allí se dio un baño de varios minutos que acabó de despejarla.

Observó la puerta negra, que se erguía ante ella como las fauces de un lobo. Por siniestra que pareciera, tenía algo atrayente, y cuando quiso darse cuenta, estaba caminando hacia ella. Mucha gente confundía el negro con el color de la maldad, quizás porque era el color de la oscuridad. Pero la oscuridad no era intrínsecamente mala, las analogías morales entre la luz y la oscuridad no eran más que estupideces para Skye. ¿Por qué tenía que ser la noche peor que el día? Había vida en la noche, cazadores nocturnos, como el búho. Había amor en la noche, cuando los amantes lo practicaban. ¿Y es que acaso no moría gente durante el día? ¿No tenían las batallas de una guerra lugar bajo el sol?
Simples bobadas.

Ante la puerta, se sintió pequeña. La examinó de cerca, no era completamente lisa, tenía grabadas runas que no había visto nunca en los marcos y había vetas de gris diminutas en su superficie lo que le daba un aspecto más fluido. ¿Qué misterio escondería? ¿Era una puerta para mantener algo atrapado en su interior o era el paso a algún lugar? Como Dana había dicho que temía liberar a un demonio, Skye no tenía intención de abrirla, aún así se vio llevando la mano hasta su superficie para tocarla.
Al hacerlo sintió un pinchazo en la palma, como si la hubieran mordido, y en ese momento las runas se iluminaron.
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Mensaje por Renji Valamar Jue 10 Nov 2016, 6:44 am

Valamar examinaba lo sucedió, Dana seguía desmayada pero las letras sobre la arena, así como las huellas de Dana eran demasiado claras.

¿La puerta que significa eso?

Solo el diablo lo sabe él se ocupará de explicarlo
—repuso Valamar con un gruñido— o quizás lo haga Nem…

Valamar estaba preocupado por Dana, no solo porque la amazona era una de las más poderosas del grupo sino porque entendía que su humildad y su… -como Nemura la había calificado- “desconcertante inocencia” eran poco comunes, jamás hombre alguno tendría una  servidora más fiel, cariñosa y sincera. Absolutamente carente de malicia, obstinaciones o resentimientos. Totalmente sumisa obediente y afable.

El cazador pensó a pedirle a Emilio que pusiera a salvo a Dana, pero luego pensó que quizás la apetitosa amazona seria demasiada tentación para él. Aunque Alondra tampoco es que fuese, garantía, pues había visto como miraba a Nemura, de todos modos era la opción menos mala, así que le pidió a esta que la regresara al refugio mientras que Emilo y él seguían las pisadas sobre la arena…

Mientras tanto, Nem tocaba la puerta y las runas se iluminaban tan embelesada quedo con ellos que no se dio cuenta cuando una figura la sorprendió por detrás…

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El Tiburón artropomorfo comenzó a manosearla y a querer alejarla de la puerta al tiempo que repetía una palabra desconocida  que sonaba a algo así como “Ya la talia”.

Yalatalia Talatalia Yalatalia


Nemura pudo sentir la fuerza de un poderoso brazo, los ojos brillantes de su atacante y su fogoso aliento que emanaba de esas dos hileras de dientes, que parecía abrasarle la carne.

Finalmente, el tiburón perdió la paciencia y le dio un golpe suave en un lado de cuello para llevarla inconsciente hacia el interior de la galera...

Mientras tanto, Valamar y Emilio avanzaban por el interior de la cueva, el cazador estaba maravillado y extrañado por el lugar. Llegaron primero a la galera donde estaba la habitación de Dana donde estaban las ropas de la pelirroja así como las espadas y el hacha de Dana.

Es muy extraño que amabas se hayan alejado de sus armas de esta forma…


Más tarde, frente a la afamada puerta Valamar comprendió que no podrían derribarla, no con medios naturales al menos.

Había unas pisadas. Definitivamente no correspondían a los pies de Nem.

Las huellas de la criatura seguían por toda la galera hasta otra desembocadura y se alejaban del palacio entre los exóticos matorrales. El Hombre tiburon trepaba con Nemura por el risco  profiriendo aullidos y repitiendo la misma palabra Yatalia…

Al despertar Nemura se supo atrapada entre los brazos de la bestia, ambos estaban unos treinta metros de profundidad, el mar entraba y se retiraba intermitentemente, golpeando contra las rocas que brillaban como el cristal al ser acariciadas por las olas. Entre los salientes de aquel pequeño acantilado había varios hoyos.

El Tiburón se dio cuenta de que Valamar y Emilio lo perseguían. Soltó a Nemura y encogió sus macizos miembros traseros para dar un gran salto hacia el mar… Valamar llego hasta donde estaba Nem al pie del acantilado y tras contemplarla brevemente decidió que estaba bien, no se lo pensó, sin decir nada también se arrojó al agua. Emilio se había quedado atrás, era muy fuerte pero la velocidad era lo suyo…

En aquel fondo marino pululaba una vida desconocida. El Hombre tiburón pasó con  junto a un bosquecillo de extrañas plantas, cuyas hojas largas y sedosas se ondulaban como si fueran brillantes cintas multicolores.  Valamar lo seguía buceando de cerca, sin intención de dejarlo escapar…

Mientras, Emilio llego hasta donde estaba Nemura tirada sobre el risco, y tras terminar de jadear, soltó la esperada lluvia de preguntas.

¿Estás bien? ¿Qué diablos era esa cosa? ¿Dónde está Val?, no me digas que se arrojó al…
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