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Relatos del Norte

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Las profecías de los pergaminos antiguos se venían cumpliendo con una certeza sin igual desde hacia mucho tiempo ya, aquellos pergaminos que tan solo un grupo reducido de miembros de la ciudadela imperial podían leer; el nerevarine había salvado al mundo entero de Dargoth Ur, un paso a la vez, comenzando por Morrowind que le había abierto los brazos como la reencarnación del antiguo jefe de guerra y líder de los dunmer. Años mas tarde otra profecía se había cumplido con la aparición del Heroe de Kvatch, quien bajo su propio destino, encontró al ultimo del linaje Septim y lo ayudo a convertirse en la persona que fue el avatar de Akatosh. Aquel que expulso a Molag Bal de este plano.

Tras todo esto solo aquellos que conocían los secretos que se guardaban en los pergaminos fueron los que previeron las noticias, llegaron del norte a toda prisa junto con algunos comentarios de viajeros que habían escuchado un rugido por todo el frío norte. Era el llamado de los Barbas Grises que buscaban al Sangre de Dragón o Dovahkiin. Las leyendas contaban que había sido entrenado por humanos y dragones por igual durante varios meses, inclusive cazando dragones a diestra y siniestra en busca de obtener más poder para enfrentarse al Devorador de Mundos... todo, con un fin concluso. Las batallas entre humanos se habían detenido, inclusive los Thalmor se habían olvidado de avanzar mientras el enorme dragón moraba los gélidos cielos, pero todo lo bueno que había traído aquel gran mal habría de acabar con su fin.

La caída de Alduin había traído una nueva era de paz muy importante, la paz acabo los constantes conflictos. No había batallas sangrientas de momento, y la paz en el reino se mantenía tendido por un fino hilo... aún estaban tensas las cosas, Ulfric y el Imperio continuaban motivando sus constantes batallas y no parecían querer dejar pronto de derramar sangre en honor a sus ideales. Mientras la calma antes de la tormenta se asentaba, el sangre de dragón desapareció de su lugar de nacimiento como anteriormente lo hicieron el Héroe de Kvatch y también el Nerevarine... leyendas antiguas contaban sobre su regreso alguna vez, y muchos estaban de acuerdo con esas; pero no los sacerdotes de la polilla.

Skyrim estaba en busca de personas que los desearan ayudar, aventureros que se asentaran para defender los gremios que se habían logrado establecer tras el combate contra Alduin, los cuales no eran muchos. Algunos inclusive susurran rumores sobre que el sangre de dragón forma parte de ellos. Lo cierto es que, el sangre de dragón tan solo está escondido... esperando a día que despierte la necesidad que lo trajo a la vida por primera vez, aquella necesidad del pueblo de nuevo. ¿Y los demás? Nadie sabía, pero las leyendas hablaban sobre su pronta vuelta a mundo.

El gremio de ladrones de Skyrim estaba bajo el control de Brynjolf de momento, el archimago había muerto y aun no había sido reemplazado, mientras el colegio de bardos tenía como su representante a Giraud Gemane. Meses llevaban ya desde que alguien había visto un líder de los compañeros, ya que su antiguo líder falleció en el campo de batalla contra los dragones.

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