Blood for Blood - [Eädur][Privado]

En lo que quedaba de Muradurak, los pobres Kazanmakies se ayudaban unos a otros entre la miseria para reorganizarse y levantar la vida y trabajo de aquel lugar una vez mas. Cuidados bajo la mirada de la gran asesina de la Emperatriz y filas de fanáticos cuyos ojos vigilaban cada rincón.
Allí entre los mismos ciudadanos se encontraban el pequeño grupo de guerreros aventureros Tifflins, inmigrantes de las tierras de Anzus en búsqueda de poder y gloria por sus esfuerzos de guerra... esperanzados en recibir lo que les correspondía tras la palabra del general Talion quien había retirado la orden de ejecución antes de abandonar el lugar.

La curiosa actitud del general fue un rumor que se esparció en Kazanmak en voces múltiples. Muchos esperaban que el mismo "favorito" de la Emperatriz fuera ejecutado para alguno de los lideres que le sucedían pudieran ocupar su lugar.
Arrakis admiraba hace tiempo los logros de Talion pero debia de limitar su trato no solo por la jerarquia de rangos, sino por la desconfianza de la emperatriz que "todo" lo juzgaba y observaba. En secreto, la capitana tenia la orden de controlar y vigilar las acciones del general, ponerlo a prueba y comprobar si su fervor y su lealtad eran honestos hacia la Shyrena.

En las puertas del norte del imperio de Kazanmak, Aguardaban a la espera de Talion varios guerreros provenientes de Anzus, entre ellos Dirami, quienes eran custodiados por varios soldados reales... cada quien portaba sus razones... la emperatriz solo le importaba que siguieran las ordenes dispuestas por el General y si ellos lograban de sobrevivir la travesía en los bosques de Kârna, seria la prueba real para ser dignos a formar parte del ejercito de Malkôra. La búsqueda de mercenarios no era propia por la Shyrena oscura... pero existían curiosos talentos al rededor de Anzus que debían ser seducidos por poder hasta el punto de atarlos como Talion lo estaba hace tiempo.

Era una nueva oportunidad para el gran general de demostrar su valía y demostrar ante los demás lideres Kazanmakies que su lealtad era inmutable. Una oportunidad para aquellos nuevos viajeros en tierras perdidas y oscuras de demostrar que eran dignos de ser aceptados en el imperio oscuro de Eädur... una oportunidad para Arrakis de cerrar sus ideas sobre el "legendario" Talion y en demostrar sus destreza en tierras enemigas en una nueva batalla. En nombre de Malkôra, no existía día donde la sangre del enemigo no fuera derramada.

Saludos y detalles:

El renacimiento de Malkôra sería un cataclismo que convulsionara el mundo, sería la segunda gran catástrofe que el mundo de Anzus sufriera después del despertar de la tarasca, de eso Talion estaba seguro.

La profecía decía que el dios oscuro expandiría sus dominios más alla de Eadür y haría temblar a los grandes reyes y sacudir los cimientos de los grandes imperios de Anzus, pero lo cierto era, que parecía que los conflictos internos no iban a terminar nunca, peor  aún, día con día el reinado Kazamark perdía su hegemonía sobre el continente. Amazonas como Keira, Kaela y sus rebeldes, los Orcos, los Tifflins, algunas razas autóctonas y otras procedentes de tierras sumergidas que habían llegado a las costas auguraban la decadencia de Eadür.

Talion meditaba sobre todo esto, aún estaba disconforme con aquella orden, pero sabía que tenía que obedecer, ya había desafiado su suerte, y aunque orgulloso como era siguiere indignado, sabía que la reina había sido piadosa en perdonarlo una vez, no habría una segunda oportunidad, había demostrado su valor y eficacia muchísimas veces, si alguien había resultado útil a Malkôra era él, aunque también era cierto que su sentido del honor lo había puesto ya en demasiados problemas “solo los traidores sobreviven en un mundo tan cambiante” le había dicho aquel granuja estafador que asesinara muchos años atrás “los honorables son los últimos en morir pero al final también mueren” Fueron sus últimas palabras. Comenzaba a preguntarse si tendría razón.

La quietud del camino era como un rugido en sus oídos, por segunda vez en aquella tarde y a medida que proseguía su marcha, Talion probó el escozor de  la desesperación a la que no estaba acostumbrado. Su sangre hervía en sus venas. Talion había nacido para ser guerrero honorable, no un sucio traidor. Deseaba con vehemencia volver al puerto y cumplir con tal vil encargo, solo entonces estaría tranquilo.

Llegaron a las puertas del norte del imperio, Talion examino a los mercenarios contratados para aquella guerra, paseo la mirada por todos y cada uno de ellos, hasta que sus ojos se detuvieron en una fémina bastante extraña, era una felina con aspecto de Tifflin, o quizás una Tifflin con aspecto de Felina. Talion no podía estar segura, pero tenía una corazonada respecto a ella y Talion rara vez ignoraba su intuición aunque eso le trajera siempre problemas, incluso con la mismísima emperatriz,  sus presentimientos rara vez le fallaban.

Tú, la chica de los cuernos,  Aquí conmigo… Estarás a mi lado durante la batalla

En los viajes que hago y los tumbos que doy por Anzus, cada vez voy más lejos. Ahora he llegado ni más ni menos que a Eädur. Por lo que se ve, no soy la única mercenaria que anda por aquí. Y también veo que vamos al mismo encargo. Por lo que he oído, es un encargo de la mismísima reina oscura Shyrena.

Unos soldados nos custodian hasta una sala, y allí me apoyo en una pared mientras esperamos a que nos den órdenes. Me pregunto, de los que estamos aquí, cuántos vamos a sobrevivir. Hay alguno que no parece demasiado preparado y otros, unos pocos, aparentan más estar asustados que preparados para lo que viene.

El miedo no suele formar parte de mi día a día. Me encuentro en situaciones peligrosas a veces, sí, pero hay que saber controlar ese miedo. Si no lo hubiera hecho así, estaría muerta ya. El miedo ayuda a fallar, es un gran aliado... si quieres morir, claro. Al menos, en una batalla. Si se logra huir y sobrevivir es otra cosa, aunque la reputación de cobarde nadie la va a quitar al desertor. Sólo él mismo. Y con mucho esfuerzo. Algo así no es que se olvide de un día para otro.

Me cruzo de brazos mientras espero a quien nos va a dar las órdenes. Y, cuando entra, me pongo erguida, con los brazos cruzados a la altura de mi pecho. Veo que nos repasa a todos, nos mira, supongo que para hacer una especie de evaluación a primera vista.

Escucho atentamente cuando habla... ¿Quiere que luche junto a él? Asiento con la cabeza y me pongo a su lado, como dice.

-Mi nombre es Dirami -le indico con una voz desapasionada, casi carente de todo tipo de emoción.

Aunque me mantengo quieta, esperando órdenes, estoy algo impaciente por empezar. Siempre me pasa, en todos los encargos me entra esa impaciencia. Pero también sé contenerme y no mostrarla.

Ante la llegada del general, los fanáticos y legionarios de la guardia se mostraron firmes y atentos a cualquier orden. Mientras Talion observaba los nuevos llegados de las tierras de Anzus que buscaban entregar sus servicios hacia la Emperatriz... una gran carreta llego acompañada de varios caballos y sus jinetes armados de lanzas y escudos. El capitán quien los lideraba interrumpió el análisis del general ya que traía ordenes de la Emperatriz. — Salve General. Estamos atrasados. La Emperatriz ordena que los refuerzos de Muradurak se desplieguen de inmediato. Deberemos de galopar sin descanso en lo que llevan las siguientes horas. — Un guerrero Kazanmaki se bajo de su caballo para llevar las riendas hacia Dirami ya que todos allí habían oído los deseos del General, la carreta transportaría el resto de extranjeros al destino acordado a partir. — Suban a la carreta, nos largamos ahora! — Grito dando unos bruscos azotes a su montura al igual que el resto de la caballería. La arena y el polvo comenzaron a levantarse por el fuerte pisar de los caballos y pronto Kazanmak procedía a dar su siguiente movida hacia esta gran guerra.


En las ruinas de Muradurak, Arrakis ya estaba impacientándose a la espera de sus compañeros de viaje. Las tropas de reconocimiento le habian informado a ella que el General y los refuerzos estaban proximos... de hecho, podian de notarse en el horizonte como la incursión de guerreros venían a toda marcha dejando una estela de polvo por donde viajaban.
Arrakis sonrió de lado y ordeno rapidamente llamar a los Tifflins que habían servido al general la batalla anterior. Estos acudieron rapidamente sintiendo que por fin les otorgarían las tierras que les habían prometido, pero a cambio todos fueron puestos de rodillas y atados de manos entre golpes y forcejeos.

La carreta de transporte llego al centro de la cuidad al igual que toda la caballería, bien recibida por parte de los Kazanmakies que habían sobrevivido y se encontraban reconstruyendo el saqueo producido por los orcos. Las personas sentían ese sentimiento de alivio tras ver tropas con los emblemáticos símbolos de Kazanmak en sus escudos. Tras las normas de la Shyrena, los Tifflins siempre fueron vistos despectivamente, rara vez ocurría que algún Tifflin lograba de ser la "excepción" de su raza ante los ojos de la Emperatriz... pero este no era el caso.

Capitana Arrakis:

— Salve General Talion. He estado ocupándome de los preparativos de nuestra embarcación destinada a Kârna... y de otros asuntos...— Dijo hacia el general antes de echar un paso al costado para dejar ver la linea de Tifflins arrodillados a la espera de su ejecución publica. Arrakis no solo miro al general, sino también vio a la dama que le acompañaba a poca distancia. Una extranjera obviamente seleccionada por Talion mientras el resto había viajado precariamente en una carreta de transporte. Ella sonrió honestamente sin que sus ojos se fueran de las reacciones del general, después de todo, parte de su misión era de tomar a prueba la lealtad de Talion —... sera un honor para mi como capitana de vuestra señora Emperatriz llevar a cabo la venganza de Korth'azz... tengo entendido que aun tiene un ultimo deber que cumplir aquí. — Remarco sus ultimas palabras mirando asquerosamente hacia los ahora prisioneros Tifflins. — Tontos son en creer que esa tal "Emperatriz" les dará algo a cambio! Huyan! — Grito uno de los prisioneros antes de ser golpeado con el mango de metal de una espada por uno de los guardias.

Los recién llegados que descendieron la carreta, todos hombres de tierras lejanas comenzaron a dudar. Pero no pudieron de dar un paso atrás ante la fría mirada de los arqueros situados en los altos de los edificios y murallas cercanas. — Tontos son ustedes, hijos de Kephisto, creer que pueden usar nuestro poder para provecho de su "falso" Dios! Los Tifflins no tienen lugar en este mundo desde hace mucho tiempo...— Respondió en una voz alta para que todos la oyeran allí. Los Tifflins eran repudiados por muchas razas y era una sutil forma de mantener la confianza de los recién llegados. El proyecto de la Emperatriz era erradicarlos de Eädur a cualquier precio; engañándolos y seduciéndolos para aprovechar de su fuerza contra el enemigo propio en las fronteras. La realidad de los Tifflins dentro del continente era dura, pero quienes estaban desamparados y buscaban de un lugar donde sentirse cómodos... la palabra de la Emperatriz solida de atraer aquellas mentes perturbadas por el dolor y la esperanza de obtener algo mas que el repudio de Anzus.

— Soldados, cuiden de la cuidad y enseñen a estos hombres sus labores. — Ordeno en dirección a los recién llegados. Luego volvió a observar a la mujer de cuernos y aspecto formidable para la misión como si la analizase de arriba abajo en una sola pasada.  — Espero que haya escogido sabiamente a nuestra escolta General, ejecute la orden dicha por la Emperatriz y larguémonos de aquí. Debemos llegar para la noche de Kârna, el éxito de nuestra misión depende de ello. — Aclaro tras dar unos pasos hacia atrás para contemplar la ejecución (si era llevada a cabo). Muchos de los Tifflins que estaban allí arrodillados reconocieron el rostro del general y clamaban misericordia ademas de recordarle en varias ocasiones lo duro que habían luchado por el.
A espaldas del general, la iris de los ojos de Arrakis se tiñeron en un blanco similares a los de la Emperatriz. No solo la capitana sino la misma Shyrena estaba contemplando a través de la mirada de su asesina las acciones del gran aprendiz.

Talion examino más de cerca a la joven llamada Dirami, le parecía inexperta y con un leve matiz de inocencia, pero había inteligencia y decisión en sus ojos y algo más, unas virtudes que a pesar de su naturaleza corrompida por la oscura influencia de Malkôra, Talion apreciaba  por sobre todas las cosas como el guerrero honorable que nunca dejo de ser. Lealtad y honestidad

Yo soy el general Talion — Le espeto fríamente — Cuídame las espaldas en todo momento y tu futuro en estas tierras estará asegurado. Necesito que demuestres carácter y temple en todo momento. La emperatriz odia la debilidad, no debes de demostrar nunca el menor ápice de esta. Nunca Agaches la cabeza ante nadie, ni siquiera ante mí. Sostén la mirada en todo momento cuando te hablen.

No hubo tiempo para más charla, pues las presurosas ordenes nunca faltaban en llegar a sus oídos.

Sabedor de sus deseos, el Jinete Kazanmak le entrego su propio caballo a Dirami. Ella no viajaría con el resto de los mercenarios, sin duda era un privilegio que esperaba que la Felina supiese apreciar.

La avanzadilla de Talion se  extendía a lo largo de casi un kilómetro. La comandante Valeria  iba al mando de la vanguardia. Mientras Talion Y Dirami viajaban en la columna principal, rodeados de caballos de batalla, cuyos cascos levantaban salpicaduras de barro, montados por hombres con armaduras. Detrás iba la caravana de equipamiento, con el resto de los mercenarios y  carromatos cargados de alimentos, forraje, y  suministros.

La cabalgata fue silenciosa, Talion no tenía ganas de hablar con nadie… Llegando a la ciudad portuaria le esperaba una tarea vil y despreciable. Una de la que sabía no podía escapar.

En el centro de lo que alguna vez fue plaza principal de la Ciudad del puerto, ya estaban las estacas colocadas.

Talion y Dirami entraron  a caballo, a la cabeza de su compañía. Los Tifflins ya estaban dispuestos en Fila india preparados para su ejecución.

Los verdugos ya estaban calentando los instrumentos de ejecución en una pequeña fragua. El resto de la plaza estaba atestado de soldados.

Tengan cuidado con ese fuego… Recuerden que debilita a los que poseemos la marca

Talion se bajó del caballo indignado y le hizo una seña a la felina para que lo siguiera. Debían apersonarse con la capitana, a la cual si bien sentía una atracción fatal hacia ella. Sabía perfectamente que podía traicionarlo en cualquier momento,  o bien ponerlo en evidencia ante la emperatriz.

Salve capitana… Veo que lo tiene todo usted listo, la felicito por su eficiencia. Confío en el potencial de esta felina, No existen criaturas más veloces en todo Anzus y ella en particular es merecedora de mi más alta opinión Aunque mi juicio sea cuestionado reiteradamente — Le espero Talion reflexiva y sinceramente— Ahórrese los eufemismos capitana, sé muy bien a que “asuntos” se refiere y lo que se espera de mí. No me agrada en absoluto pero ordenes son órdenes.

La mirada de Talion recorrió la línea de Tifflins que guardaban los Verdugos con sus guadañas calentadas al rojo vivo.  

Talion los miro a los ojos a todos y cada uno de ellos. No esperaba su perdón, no lo merecía. Les había prometido cosas, que él siempre supo, no podía cumplir. Quizás hubiese sido mejor que la reina lo castigara, mandándolo a las arenas de combate aunque ya era tarde para ello.

En un rápido gesto se pasó un dedo por la garganta. La respuesta fue igualmente rápida.

Clavad las cabezas de todos y cada uno en las estacas para que todos mis detractores y la misma emperatriz vean que la voluntad de Malkôra ha sido cumplida.

Mientras los verdugos lo obedecían Talion se quedó pensativo. Pensó con amargura que su honor y su dignidad no podían estar más rotas.

Me mantengo quieta, con la mirada fija en los ojos de él. Talion. Me alegro de que alguien al fin no me tome por Tifflin, porque con mi aspecto cualquiera podría caer en ese error. Aún así, mi rostro se mantiene inexpresivo. A medida que habla, voy fijándome cuidadosamente en sus palabras. No quiero que se me escape nada y me cueste el encargo o, peor aún, la vida.

Solamente cuando acaba y veo que traen los caballos retiro la vista. Me subo enseguida a uno de ellos, y salimos. Cabalgo con la mirada al frente y el rostro totalmente serio, en silencio. No es que tenga demasiadas ganas de hablar.

Cabalgo junto al general Talion y, por lo que veo, los demás mercenarios van en una carreta. No sé por qué ha querido que vaya junto a él. Supongo que ya lo descubriré. Pero es extraño porque, al fin y al cabo, soy una mercenaria más. Es cierto que no traiciono por dinero, sino que me quedo de lado del que me ha contratado primero, pero no hay nada más que sea especialmente destacable en mí.

Llegamos, al fin, a la Ciudad del Puerto. Mi vista recorre absolutamente cada rincón, intento que no se me escape ni el más mísero detalle. Me apeo del caballo a una señal del general, y lo sigo. Vamos al encuentro de una mujer, y mantengo todo el rato la vista al frente. No debo mostrar ningún tipo de debilidad, es lo que voy a hacer. No voy a bajar la cabeza absolutamente ante nadie.

Miro con frialdad a la fila de Tifflins que hay en unas estacas. Van a matarlos, lo sé. Los ejecutarán. Puede que el motivo por el que lo harán no sea justo pero, francamente, no los conozco de nada. No podrían importarme menos. Apenas parpadeo cuando los ejecutan, mantengo los ojos clavados en ellos mientras los decapitan y clavan sus cabezas en las estacas, aunque eso último no sea especialmente agradable.

Las ejecuciones se llevaron a cabo tal y como Talion lo habia ordenado. No hubo ni una mueca de debilidad de su parte, solo una orden directa a la que los soldados respondieron ordenadamente, quitando la vida de aquellos Tifflins sin titubear.
Los ojos de la capitana Arrakis volvieron en si, solo para observar los cuerpos muertos en el suelo y la sangre escurrirse entre la arena y los adoquines de las calles. La emperatriz lo había visto todo a escondidas, no solo a su General sino a la elegida por el mismo... su aspecto era muy similar a uno de esos sujetos que fueron ejecutados pero su esencia no era igual a ellos.

Arrakis contemplo la fría imagen unos segundos y luego emprendió el camino guiando a la felina y el general la dirección del barco. Ella les enseño durante el camino como las llamas de los edificios habian sido apagadas tras el asedio y como la Emperatriz se había predispuesto a bloquear las aguas cercanas al puerto. — Los enemigos de la Emperatriz no volverán a atacar estos lados por mucho tiempo. Con solo ver los cuerpos y las cabezas de los traidores montados sobre los parapetos y las murallas lo pensaran antes de intentar agredirnos... una gran flota patrulla las costas y nos escoltaran hasta las orillas de Kârna sin problemas. — Comento alagada de observar el extenso mar y los grandes navíos con sus elegantes velas con la insignias Kazanamaki en ellas. En medio de la guerra, siempre había algo aunque sea mínimo que contemplar para dar breves minutos de paz a los ojos.

La elfa corrupta se paro en la entrada a la rampa para abordar a la barca que les correspondían. Era una pequeña a comparación de las otras... pero su tamaño se debía justamente para no llamar la atencion si eran atacados durante el viaje.

—Has estado en bosques alguna vez? — Pregunto hacia la muchacha selecta por el general quien se mantenía en silencio. — Kârna no es distinto a otros bosques. Pero las amazonas aquí son realmente respetadas por su bravura. Salvajes cazadoras Eädur que aun no han logrado de poder capturarme... todo lo que aprendas aquí espero te sirva si decides de regresar a tus tierras. — Con un gesto amable de su mano, ella les dio el paso al General y a la invitada a la expedición para abordar el navío. La misión estaba a punto de comenzar, aun tenían unas largas horas camino hacia la otra orilla. debian descansar y enfocar sus mentes para infiltrarse en territorio enemigo. Estarían preparados? Arrakis mas que nadie.  


Las aguas estaban tranquilas a pesar de que el viento soplaba con una leve fuerza. La capitana al timón de la pequeña barca llevo a sus compañeros por una ruta tranquila hasta las orillas del territorio que comprendía Kârna, sus orillas eran grandes playas llenas de mucha arena, escombros de viejos barcos de diversas facciones y numerosos estandartes con cráneos y banderas propias de las amazonas que habitaban dentro de los inmensos bosques de Eädur.

Llegado como estaba programado, al anochecer, todo marchaba según el plan. A espaldas de ellos, podan de ver en el horizonte la ultima vista de la flota de la Emperatriz y un cielo negrezco que cubría sus tierras. La copa de la espesa jungla de Kârna taparía la luna y las estrellas caían sobre ellos. Marchando a trote ligero hacia el nacer de los bosques, la elfa corrompida pensaba en lo favorable que estaba la noche para rastrear y cazara al objetivo. Ya podia imaginarse a su soberana promoviendola de su cargo.

— Mi amada Kârna, una vez mas el destino nos mantiene juntas. Hoy la sangre del invasor se derramara en honor a mis hermanas. Salve Malkôra — Dijo para si misma en un profundo suspirar. Quizás sus compañeros no lo sabían, pero ella había sido alguna vez una elfa de esas tierras antes que las amazonas erradicaran a su pueblo con la ayuda de los hombres del oeste. Ella era realmente una de las ultimas de su antiguo reino y siempre busco la manera de vengarse. De alli su gran afán por realizar aquella meticulosa misión.

Arrakis mantenía su silencio aunque estaba abierta a las dudas de sus compañeros. En Kazanmak a pesar del glorioso poder que Malkôra les ofrecía a todo soldado marcado, todos mantenían un fuerte respeto a aquellos bosques. Nadie estaba preparado para luchar entre una espesa jungla de arboles, malezas y plantas luego de pasar tanto tiempo en los desiertos... pero Arrakis tras ser una elfa corrupta cuyo pasado pertenecía allí, era la única guía que la Emperatriz tenia para tener reconocimiento de aquel sector.

— No olviden mirar por donde pisan, Los orcos invaden seguido estas tierras solo por arriesgar sus miserables vidas para obtener la dura madera de estos bosques. Manténganse cerca de los grandes arboles y miren bien antes de moverse. Las amazonas no son el único depredador aquí. — Advirtio esperando que ambos entendieran los riesgos que implicaban ser descubiertos. Arrakis ahora no solo se preocupaba por la vida del general sino por la de Dirami también, ambos eran nuevos esos bosques y el error del uno podía de pagarse con la muerte el grupo. — La influencia de la Emperatriz no llega a estos sectores, Talion, Ella me pidió que te enseñara a usar tu "Marca". Nuestra salvación dependerá de nuestra habilidad. Ella no podrá ayudarnos. — Dijo mirando con una mirada cómplice hacia el general, ella esperaba que entendiera entre lineas lo que realmente deseaba decir respecto a la limitación del poder de la gran soberana. Armada con su arco en mano, se colocando su capucha sobre su cabeza rapidamente antes de volver hacia la felina. — Si quieres ganarte tu "marca", deberás trabajar con nosotros usando haciendo valer tus habilidades muchacha. Hazlo... y te recomendare ante la Emperatriz. No todos los Tifflins tienen el mismo destino como los que has visto en Muradurak — Dijo en modo de consejo confundiendo a la chica de ser una Tifflin por su extraña apariencia. Arrakis no era una mujer sanguinaria como solían de ser la mayoría de los lideres de la oscura Shyrena. Pero tampoco deseaba de ganarse el odio de su gran soberana por desobedecer una orden. Talion había tenido mucha suerte en arriesgar su cuello para desviar las normas del códice dispuesto por la dama oscura. Si no habian preguntas, la capitana tomaria la delantera para sumergirse en los bosques oscuros de Eädur

Talion miro de reojo a la capitana, sus desorbitados ojos volvían a la normalidad. Hasta cierto punto todos los servidores de Malkôra habían sido corrompidos y bajo la influencia del oscuro poder, Akasha incluida pero sospechaba que la drow  lo estaba más que el mismo. Como si su mente quedase sin alma y fuese incapaz de recordar cuando sus ojos se ponían de esa forma.

Si bien ya había vuelto a la normalidad, Talion seguía receloso, nadie en toda Eädur tan sedienta de venganza como ella, y si bien  la emperatriz no lo había degrado de rango en ningún momento sabía que la confianza ya no era la misma… Ella caminó a su lado y no detrás de él durante el recorrido por el embarcadero. Sospechaba que incluso buscaba su rango, si Talion era declarado traidor o era nuevamente juzgado. La que ocuparía su  codiciado cargo sería la capitana sin duda.

Nada bueno nos espera en Kârna — Se limitó a decir escuetamente, aunque sin perder el respeto. Temiendo algún movimiento traicionero mientras subía por la rampa de abordaje.

No tengo miedo.  Jamás lo tuve. He contemplado demasiadas veces los desnudos colmillos de la muerte, incluso mucho ante de ser glorificado y bendecido con la marca…

Examino el barco, no era una nave de guerra como esperaba,  era un barco pequeño y resistente, como todos los que comerciaban entre los puertos; estas embarcaciones solían mantenerse siempre a la vista de la costa y raras veces se aventuraban en alta mar. Sin duda cumplía su propósito y nadie los molestaría.

Confiaba que las habilidades de la felina serían particularmente útiles una vez que llegara a los bosques.

La pequeña galera se separó del muelle y los remos comenzaron a hundirse rítmicamente en las aguas oscuras y corruptas;  luego una ráfaga de viento hinchó la vela mayor. La ligera nave escoró levemente al impulso de la brisa y avanzó como un cisne, cortando a su paso las olas y dejando un rastro de espuma.

Talion lanzó una mirada a los muelles, que iban quedando rápidamente atrás, estaba seguro que aquel viaje cambiaría su destino para siempre.

Avanzaron resueltamente, ayudados por el buen tiempo reinante. Hasta que avistaron la costa, cuando divisaron los lábaros de las amazonas, Talion busca a Dirami para señalárselos.

Memoriza bien esos baluartes Dirami, pues representan a nuestros más temibles enemigos. Si triunfamos sobre ellos Gloria perpetua nos espera y días y noches de placer en el torbellino enloquecedor de las batallas, más si perdemos nos espera un reino gris, lleno de nubes y azotado por vientos helados, donde vagaremos tristes y melancólicas durante toda la eternidad.

Algunos nativos contemplaban con recelo el paso de la pequeña galera. Ésta no fondeó allí, y a parte iban bien disfrazados, el barco  siguió navegando despreocupado como el viento errante, hasta que ancló frente a las costas, en la desembocadura de un caudaloso y turbulento río cuyas orillas eran murallas selváticas llenas de misterio.

Escucho a la capitana invocar aquel nombre… Nombre que Talion estaba resuelto a no volver a mencionarlo ni a pisar su sombra. De nada valía invocarlo. Le importaba muy poco si los hombres vivían  o morían. Era mejor callar que reclamar su atención, ya que solía enviar desdichas y no fortuna. Era implacable y sin compasión, pero infundía mucho poder si alcanzabas el honor de tener su marca.

¿Qué más podía pedir un ser humano?

Sin embargo, se veía que tenía aprecio por sus tierras. Kazamark era un nido de víboras. Mucho más venenosas de lo que podrían ser los reptiles de aquella zona.

Arrakis fue la primera en saltar a tierra, seguida de cerca por Talion; luego desembarcó la tropa con las lanzas preparadas y los ojos observando con recelo la selva que los rodeaba.

Avanzaron justo detrás de ella, siguiendo sus indicaciones, nadie conocía mejor aquellas tierras que ella. Así que estaban en sus manos. En aquel lugar reinaba un silencio tan siniestro como el de una serpiente dormida.

Talion mantenía los ojos bien abiertos  aunque poco podía ver en aquella oscuridad, de ver en cuando volteaba a ver a Dirami.  Pidiéndole con la mirada que estuviese alerta.

Sabía que sus ojos felinos y sus sentidos en general captarían al vuelo cualquier amenaza antes que nadie. Talion esperaba la sombra de la traición olas armas de los enemigos a la vuelta de cualquier recodo.

El mantillo milenario que cubría como una gruesa alfombra el suelo de los bosques devoraba el sonido de sus pasos, pero los ojos de los arboles parecían seguirlos mientras se acercaban.

Finalmente, la capitana dejo caer una confesión poco ortodoxa. Talion tardó un momento en entender qué le decía, pero cuando lo comprendió apareció una sonrisa que oscurecía el semblante.

Un presentimiento oscuro y ominoso le nubló la mente. El perfume del peligro podía olerse en sus palabras, tan peligrosas como la misma selva que atravesaban, los poderes de Akasha se terminaban ahí. Tan bueno como malo podría ser eso. Un alivio y una preocupación a partes iguales. Todo podía suceder de ser ciertas sus palabras. La mirada cómplice, podría ser un truco más para embaucarlo. Un paso en falso y podría ser su sentencia de muerte.

Medito un poco mientras estale hacia recomendación a la felina. Una trampa y una prueba de lealtad. Talion soltó una pregunta vaga, con la intención de medir las intenciones  de la Drow o intentar detectar algún engaño.

Ella no podrá ayudarnos, pero tampoco puede vigilarnos ¿es eso lo que nos quiere decir capitana? — Su voz era distante, formal. Prefirió no decir lo que le pasaba por la cabeza, esperaba que ella mostrara sus cartas primero.

Después de las ejecuciones que, a pesar de no ser un espectáculo agradable, no me arrancan ningún tipo de reacción, emprendemos el camino hacia un navío. Camino en silencio, con la mirada al frete y el cabello cayendo por la espalda y moviéndose al ritmo de mis pasos, tan volátil como siempre. Me echo bien la capa sobre los hombros, no quiero perderla.

Las palabras de la capitana me arrancan una media sonrisa helada. Eso sí es ahuyentar a los enemigos, todo lo demás son tonterías. Giro la cabeza para mirar el mar. Nunca he navegado, pero confío en no marearme y poder estar bien durante todo el viaje en barco. Estoy mirando aún el agua, absorta en mis pensamientos, cuando suena de nuevo la voz de la capitana, que me arranca de mis cábalas. La escucho atentamente, mirándola en todo momento.

-Me crié en un bosque -respondo con tranquilidad-. Puedo moverme bien por ellos, son casi mi hogar. Si esas amazonas son tan fieras, haré todo lo que esté en mi mano para que no se nos acerquen demasiado. El miedo no es algo que haya formado gran parte de mi vida.

Es totalmente cierto. Pasé mis primeros catorce años de vida en el bosque de Lesbia, y luego fui a buscar fortuna a las ciudades, donde me miraban mal por mis cuernos. Pero eso ahora da igual. Subo a bordo del barco y, aunque al principio me cuesta un poco mantener el equilibrio, pronto me acostumbro al leve bamboleo provocado por el agua, y me quedo mirando la costa.

Sin quitar la mirada del terreno que bordeamos escucho a Talion. Así que esos son los baluartes de la gente contra la que tendremos que luchar... Asiento suavemente para dejarle ver que lo escucho.

-Lo he dicho antes, y repito que haré todo lo que esté en mi mano para que ganemos esta guerra.

Veo a los nativos mirar la nave con recelo, pero no es que les haga mucho caso. Compruebo que tenga todas las armas y, efectivamente, es así. Asiento levemente, satisfecha por no haber perdido nada.

Al fin llegamos al punto en el que debemos desembarcar. Respiro hondo y trato de mantenerme totalmente serena, será necesario mantener la calma en caso de ataque. Una vez pisamos tierra, agudizo mis sentidos todo lo que puedo, hay que estar alerta. Por lo que estoy escuchando ahora, las amazonas no son el único peligro que hay, y seguramente tampoco el más inmediato.

Escucha las palabras de la capitana, realmente le sorprende saber que puede conseguir esa "Marca". Aún no acaba de saber del todo bien de qué va el asunto. Lo único que sabe es que se va a mantener al lado de la Emperatriz pase lo que pase, por algo la ha contratado ella.

-Eso haré, capitana. Debo decir que soy mestiza entre Tifflin y Felina. Esa confusión es normal, debido a mi aspecto.

Percibo en la mirada del general que quiere que esté alerta, y eso hago. Miro atentamente cada rincón, tenso todo el cuerpo y, mientras que con una mano empuño el cuchillo recto, con la otra tengo preparada una daga arrojadiza. La sostengo entre el pulgar y el índice, y tengo el brazo listo para hacer un rápido movimiento y lanzarla.

Con el ceño fruncido, escucho la conversa entre el general y la capitana. No sé a qué se refieren, y tampoco me incumbe demasiado. Agudizo el oído para poder percibir pisadas o golpes, y olisqueo el ambiente. Los olores a veces delatan a un enemigo, por muy sigiloso que sea. Mi vista se pasea por todos los rincones y matojos, buscando detectar movimientos sospechosos.

— Lo que quiero decir, es que sin la ayuda de la Emperatriz sera mejor que aprenda lo antes posible el uso de su marca para sobrevivir... general. — Respondió apresurada sin poder disimular una leve sonrisa en sus labios mientras se dirigía a su superior. Era un poco mas que evidente que Talion había comprendido su indirecta en la primera instancia... Sin la mirada de la gran dama oscura, ambos podían de realizar la misión sin tener que valerse del códice de Malkôra, sino mas bien, siendo ellos mismos.
La capitana volvió hacia Dirami quien había confesado el dato mas extraño que ella pudo ver oído en algún momento de su larga vida. —Una hibrida de Tifflin y felina? eso explica por que has captado la mirada de mi General. Seras una gran guerrera si te unes a nuestra causa al final de esta encrucijada... Andando! tenemos un bosque que explorar! — Respondió hacia ambos antes de correr apresurada a perderse por la maleza. Tanto para Talion como para Dirami le serian algo sencillo de seguir el camino... el buen olfato de felina de la mestiza lograrían orientarla hacia la capitana. Talion por su parte contaba con un gran entrenamiento gracias a la Emperatriz como para perder los pasos de Arrakis con rapidez. No había por que atrasarse.

La elfa corrupta zigzageo un par de arboles gigantescos en su corrida, deslizándose por una pendiente llena de ramas hasta llegar a un llano donde la vegetación era alta... lo suficiente para camuflarse con solo agacharse.  Allí ella espero a sus compañeros mientras vigilaba a muchos metros mas adelante una pequeña acampada.

— Creo que encontramos nuestros primeros objetivos... esas malditas cazadoras están abandonando su puesto en este mismo instante... — Susurro a su grupo sin dejar de observar que había mas allí.  Gracias sus ojos elficos, Arrakis podía de observar al enemigo a gran distancia sin que ellas le notaran. Era una re las razones por la cual ella era la mejor cazadora y asesina del reino Kazanamaki... no habían elfas que pudieran de corromperse en Eädur ya que habían sido purgadas en manos enemigas.

Los ojos de la capitana se asombraron cuando vio a una Amazona salir de una choza con un arma envuelta en tunicas. Esta fue ofrecida y enseñada a otra amazona mas... posiblemente la líder de aquella patrulla. — La espada de Korth'azz! apuesto que intentaran de llevarla como ofrenda a su líder o como trofeo. no podemos dejarlas marchar!...— dijo mientras miraba a sus alrededores.

Existian en el frente ocho amazonas mas, armadas de arcos y largas lanzas en sus espaldas que vigilaban el perímetro de la acampada a unos 40 metros mas adelante. Existían un gran numero de arboles que daban al grupo de asesinos la ventaja para avanzar sin ser detectados... como también la fortuna de la noche que otorgaba poca visibilidad. — Mestiza, si realmente llevas sangre felina. Usa los fuertes arboles a tu favor para trepar y elimina las arqueras para que podamos avanzar sin ser vistos. Desde aquí no podrás verlas, pero mi afinada vista si. No dejes que sus cuerpos caigan o se dispersaran como cucarachas entre la maleza. — Explico la capitana señalando tres lejanos arboles donde tres amazonas camufladas con pinturas de guerras se encontraban armadas con arcos observando todo a su alrededor. Era cuestión que la forastera supiera flanquear y atacarlas cuando una no viera a la otra. Distraer y golpear... cazador, cazado.

— Talion deberás de seguirme, tenemos que recuperar esa espada. — Dijo caminando en cuclillas entre los elevadas plantas hasta llegar a la corteza de un gran árbol. Separada de su grupo, una amazona patrullaba con su lanza en mano el perímetro. Una presa fácil que Arrakis pudo de derribar con una flecha corrupta de su carcaj en un abrir y cerrar de ojos. Su disparo fue directo a la cabeza... no hubo ruido ni sospechas, el cuerpo había caído entre las plantas sin dejar rastros. — Cuando tu querida amiga derribe a las arqueras, sera tu momento de golpear. Talion...  Lo ocultas y te esfuerzas demasiado por pasar desapercibido tus dudas. Mi vista no me engaña... La Emperatriz vigila en sus tierras, pero así como yo puedo ver pequeños objetos a larga distancia... puedo ver las muecas mas minuciosas. — Dijo colocando una mano sobre el hombro del general para mostrar cierta afinidad. Arrakis admiraba a Talion como cualquier lider menor de Kazanmaki. Muchos admiraban a aquel general... pero ella particularmente por los atrevimientos que solía de tomarse ante las reglas de la Emperatriz. — He vivido muchos años en Eädur como para sujetarme a reglas nuevas, Talion. No voy a impedir que dejes tus instintos y sentimientos a un lado mientras vagues en las afueras del reino. No se los diré a la Emperatriz... Ella aunque cueste creerlo, nos protege... y nos ha dado en confianza esta marca como muestra de confianza. No lo olvides. — Agrego antes de dar dos pasos hacia atrás, mimetizándose entre las sombras de la noche y de las plantas a su alrededor... en solo segundos, la Capitana se proyecto en las sombras de la rama del mismo árbol cercano donde se encontraban. Haciendo uso de su marca, ella viajo a través de la oscuridad como si cuerpo y sombra fueran una sola. Al menos sus palabras relajarían al General ademas de saber que ella era también una chica que gustaba de hacer sus propias reglas fuera de la mirada de la Soberana.

Posicionada con su arco en mano, completamente a oscuras. Ella vigilaría las acciones de la mestiza por si algo salia mal... Arrakis era ágil con el uso del arco y podría de derribar a cualquier cazadora arquera que descubriera a la híbrida si esta era descubierta.
Mientras tanto, Talion, podría de escuchar en sus pensamientos la voz de la capitana como si la tuviera cara a cara. Ella podría de cuidar tanto de Dirami con su buen ojo y arco como guiando a su general aconsejándole mentalmente gracias a que compartían la misma marca.  — "Céntrate y siente la oscuridad Talion. Malkôra es real... sin fervor en el tu marca no valdrá de nada. Cierra tus ojos y habla conmigo... ciérralos profundamente y siente las sombras del bosque a tu alrededor... viaja con ellas... aproxímate sin que las Cazadoras lo noten. Cuido tus espaldas desde las alturas..." — Resonó en la mente del general.

La caza había dado inicio. La capitana en las alturas y próximamente también la híbrida Dirami. Cuando las Amazonas tuvieran las defensas bajas... un fuerte ataque desde los cielos seria el mejor golpe para desconcertar el grupo de cazadoras y así hacerse de la espada del fallecido líder. Arrakis necesitaba aquella arma para rastrear a la verdadera asesina...

El ambiente estaba callado completamente, solo el oír de las ranas y grillos entre algunos aleteos de pequeños murciélagos revoloteando por comida eran los únicos sonidos que cada tanto llamaban la atención de las cazadoras. Cualquier sonido fuera de lo normal seria el principio del fin de la misión. Talion debía de poder usar su marca a pesar de sus dudas... Arrakis confiaba en su talento. No por nada era llamado "el favorito de la Emperatriz".



Offrol: queda en libertad de ambos de como moverse y matar a las amazonas de ser necesario. no son mas que NPCs

No estaba seguro de si la felina había hecho lo correcto en decir que era tifflin pero el hecho es que ya lo había dicho, Talion no había tenido oportunidad de compartir sus sospechas con  Dirami pues sabía que los perfectos oídos de los drow estaban atentos en todo momento.

Lo cierto es que ahora, sin Akasha vigilándolos se sentía más libre aunque todavía no confiaba en la drow y con su comentario lo había dejado más que claro. Talion  se preguntó si no se estaba viendo muy evidente, pero  se sorprendió al ver que la Drow  hacía caso omiso de sus palabras cargadas de menosprecio, mostrando una amabilidad e incluso una paciencia poco usual entre las de su raza.

Ahí en la lejana Kârna, sin la sombra de Akasha parecía ser una mujer  totalmente diferente, al grado de que el general se cuestionó sino estaba siendo demasiado severo. Le miraba duramente con sus fríos ojos azules, que brillaban bajo las negras cejas y ella le contestaba con un rostro sereno.

Con la rapidez de una tormenta tropical, surgió de entre la espesura, un campamento de guerreras amazonas. Sus cuerpos de diosas brillaban entre cuentas de colores, plumas y pinturas de guerra. Vestían  pectorales de cuero sin curtir que sujetaban con cuadrados de bronce. Las faldas estaban confeccionadas con largas tiras de piel, con las mismas incrustaciones metálicas. Llevaban jabalinas y espadas con hoja de bronce.

Ocultos en los matorrales Talion la escucho atento, nuevamente el pensamiento que la había juzgado muy severamente paso por su mente.

Una de las amazonas se diferenciaba del resto por sus ceremoniales ropas. No hubo necesidad de planear un ataque pues la capitana Arrankis lo llevaba claro, afortunadamente contaban una felina. Eran ese tipo de regalos que el destino te presentaba y no debían ser desaprovechados. Sería crucial que Dirami se hiciera cargo de las arqueras y las vigías, la misión dependía de ello.

Se separaron de la felina, Talion  la siguió de cerca pegado a ella en todo momento.

Mientras esperaban pacientemente a que la felina hiciera la suyo, tuvieron tiempo de hablar a solas, realmente era una imprudencia mayúscula sincerarse con alguien que podía usar cualquier información en su contra pero Talion no pudo evitarlo, sentía una atracción fatal hacia a ella y su camarería, así como sus múltiples confianzas rompieron sus barreras.

No es necesaria una vista privilegia para darse cuenta. Se dice que soy el favorito pero también el más odiado. En muchas ocasiones mi forma de hacer las cosas n oes del agrado de la emperatriz aunque le entregue resultados eso lo sabe todo el mundo. Haremos esto bien y a su modo y cuando todo esto acabe, hablare con ella en persona y en caso de que  no me escuche, tomare una decisión.

Había sido muy presuroso decírselo, pero lo había estado meditando por mucho tiempo. Y ya no le importaba si lo traicionaban o no. Tendría que haberle plantado cara en aquella ocasión, Talion se acobardo y se prometía que aquello no volvería a suceder.

Poco después se separaron. Talion se ponía en su posición. Arrankis seguía hablando con el, gracias a aquel vinculo telepático. Haciéndole caso a sus palabras dejo su oscuridad fluir, fundirse con ellas.

Había metido las botas y la capa en el fardo que pendía de su costado, donde impedían que los instrumentos de su oficio pudieran hacer ruido. Llevaba el sable colgado a la espalda, la empuñadura sobresalía tras el hombro derecho, y la daga envainada en el antebrazo izquierdo.

Tenía en la mano una cuerda de seda burda teñida de negro, al extremo de la cual se balanceaba un garfio almohadillado.

Cuando las guardianas amazonas se encontraron y se volvieron para separarse de nuevo, salió corriendo al descubierto. La energía oscura fluyendo en sus venas. Sintiendo que su espíritu se henchía de poder y su corazón latía más deprisa .El roce de su pies desnudo sobre la hojarasca  apenas si era audible. Mientras corría, empezó a voltear el garfio.

Quedaba poco tiempo: las guardianas no tardarían en regresar a su puesto. Llegó al centro de la aampada, y con un solo impulso de su enorme brazo arrojó el garfio al cielo nocturno. Este se enganchó en una rama sin hacer apenas ruido. Tras tirar una única vez de la cuerda para probarla, trepó por el árbol con la misma facilidad con que otro hombre habría subido un escalón.

Espero entre las ramas se movían ligeramente, muy pronto sería la hora de actuar.

Nos adentramos en el bosque, un terreno en el que me siento muy cómoda y con el que me puedo mover con mucha facilidad. Palpo los sitios en los que debería tener las armas enganchadas y, efectivamente, están ahí. Asiento casi imperceptiblemente, es crucial que no pierda ninguno de los cuchillos ni de las dagas.

Esbozo una media sonrisa cuando la capitana dice que puedo ser una gran guerrera si me uno a su causa. Estoy dispuesta a dar lo mejor de mí misma, como hago siempre que me encargan algo. Y, de repente, echa a correr. Olisqueo el aire para encontrar su rastro, y luego me limito a seguirlo a gran velocidad, sin apenas llegar a perderla de vista. Ah, ahora me alegro de haber pasado mis primeros catorce años en el bosque de Lesbia. Por muy distinta que pueda ser la vegetación, la forma de moverse de los que nos adentramos no va a cambiar demasiado.

Nos paramos en un claro, y yo me agacho para poder camuflarme. Puede que haya amenazas, o puede que no las haya, pero por si las moscas voy a ocultarme. Escucho con atención a la capitana. Vale, las amazonas son nuestras enemigas... nuestros objetivos. Esbozo una media sonrisa truculenta, y algo vibra en mí cuando me dice que me encargue de las amazonas de los árboles. Me fijo en qué tres árboles dice, son lejanos, pero es una distancia que, en tierra o por las ramas, puedo cubrir en relativamente poco tiempo.

-Eso está hecho, capitana -digo con seguridad.

Me quito la capa y la doblo. Lo bueno que tiene es que, al ser una tela ligera, al doblarla no ocupa mucho y puedo meterla hasta en la bolsa donde llevo el dinero, si hace falta; y es eso lo que hago ahora. No me conviene llevarla puesta si tengo que moverme por los árboles, me entorpecería y hasta podría hacer que me descubrieran.

Subo a uno de los árboles próximos. Me muevo con rapidez y seguridad por las ramas, a la vez que trato de ser lo más sigilosa que puedo. Es inevitable que las hojas se muevan, pero si voy con cuidado y no me ven, puedo pasar por una alimaña y no alertar a nadie. Saco una de las dagas arrojadizas. Aunque los cuerpos no pueden caer, dependiendo de donde apunte va a tardar unos segundos en morir. Segundos en los que me dará tiempo a acercarme y sujetarla para que no caiga.

Ya cuando me acerco puedo vislumbrar a una de las amazonas. Debo estar muy alerta, son luchadoras muy fieras. No me va a beneficiar en nada meterme a un cuerpo a cuerpo con una de ellas, así que lo mejor será usar las dagas arrojadizas. Me doy cuenta de que tengo todos los músculos en tensión. Respiro hondo y los relajo. No tengo que estar tan tensa, lanzar una daga es un movimiento fluido que siempre me sale mejor si estoy relajada.

Espero al momento adecuado. Me muevo un poco para tener a la vista a la segunda amazona, y en cuanto se gira y pierde de vista a la otra mi daga cruza el aire y se clava en medio de la espalda de la primera.

De un salto, del que aterrizo con suavidad, llego al árbol en el que está la amazona que ahora tiene una daga sobresaliendo de su espalda. Creo que me ve, pero en una fracción de segundo le estoy tapando la boca con la capa, que he sacado de la bolsa, para que no suelte ningún sonido. En cuanto siento su peso, su cuerpo inerte, totalmente sostenido por mis brazos, la dejo con suavidad sobre la rama. Hmm... No, mejor no.

La cojo todo lo firmemente que puedo, su peso no es poco, y desciendo poco a poco del árbol. La hierba es alta, muy alta, y un cuerpo en ella no se nota si no tropiezas con él. La dejo al pie del tronco, asegurándome de que no se ve ni desde arriba ni desde el mismo claro. Pero es evidente que alguien con muy buena vista podría notar algo. Después de ocultarla, cojo de nuevo la daga, con la hoja entre el pulgar y el índice.

Vuelvo a subir al árbol, y me camuflo entre las ramas, alerta para pillar desprevenida a la segunda arquera y matarla como a la primera. Será más difícil, ahora está bastante más atenta a todo. Supongo que el no ver a su compañera ha levantado sus sospechas, y yo tengo que ir con muchísimo más cuidado. No puedo causar ningún sonido que la alerte, si me ve estoy muerta.

Me desplazo hacia un árbol contiguo, pero parece que el ruido de las hojas hace que gire la cabeza en mi dirección. Está empezando a... ¡cargar el arco! Confía en eliminarme con rapidez, tengo apenas unos segundos antes de que suelte la flecha.

Doy un salto hacia un lado a la vez que lanzo de nuevo la daga, y la sorpresa por mi movimiento hace que su flecha no salga en la dirección adecuada y se pierda entre la maleza. Veo que boquea, sin emitir ningún sonido, a la vez que la sangre inunda su boca y se desliza por las comisuras de sus labios. Le he acertado el cuello justo a tiempo, y también justo a tiempo la sujeto para que no caiga.

A esta también la bajo y la oculto, recuperando antes la daga. Falta una, sólo una. Respiro hondo, ahora debo relajarme y no fallar. Trepo de nuevo. Una, sólo falta una. Tengo que hacerlo bien, lo mejor que pueda. Me miro las manos, están ya manchadas de sangre. Francamente, no me importa. Aunque puede ser problemático si voy dejando rastros en las ramas y la amazona los ve, porque la alertaría de que aquí pasa algo raro. No me acerco mucho al árbol en el que está, por si las moscas, pero igualmente tengo que actuar con mucho tiento.

Espero, quieta entre las ramas. Confío en que las hojas me oculten de sus ojos, y mantengo la daga preparada para cuando se me ponga a tiro. No me voy a mover, no ahora. Si ve un movimiento en las ramas de los árboles seguro que dispara, ya que no ver a sus compañeras durante un rato la ha puesto alerta. Me mantengo totalment inmóvil, con el brazo alzado para efectuar el lanzamiento lo más rápido que pueda una vez esté a una distancia razonable.

Parece que ha visto algo y se acerca un poco a mí, pero no va exactamente en mi dirección. Venga, un poco más... sólo un poco más. Doy yo algunos pasos hacia ella y le lanzo la daga. ¡No! ¡He fallado por milímetros! Se ha clavado en un árbol próximo. Bueno, tranquila. Habrá más oportunidades, sí. De hecho, tengo que ser muy rápida. Me mira directamente y empieza a cargar el arco, debo ser increíblemente rauda. Saco una daga a la vez que salto lateralmente, la flecha me roza el hombro y se clava en el tronco de un árbol. ¡Por los pelos! La miro fieramente y, en unos segundos, mi daga le atraviesa fatalmente la garganta.

A ella también la sujeto para que no caiga y la dejo en la hierba. Ya están las arqueras fuera de combate... Me subo de nuevo a los árboles, alerta por si hay alguna amenaza más. Espero que no, pero nunca se sabe, así que me quedo ahí, agazapada entre las ramas.

La capitana mantenida tenso su arco a la espera del primer error, ella no podía de confiar totalmente tanto en una mestiza y tampoco en su general quien mantenía su mente abatida de dudas respecto a la deidad que adoraba. La mirada fina de Arrakis controlaba a la hibrida quien mostraba tener los dotes que ella buscaba para una gran guerrera en sus filas. "Sutileza, velocidad y precisión... eso es lo que necesito en mis tropas..." pensó al mirar los movimientos de Dirami. Sin dudas ella era una excepción muy talentosa entre las mezclas con Tifflins que debían de ser reconocidas por la Emperatriz.

Por otro sector, Talion avanzaba rapidamente, estando a tan solo una breve distancia de las enemigas del reino. Ella vio que ya estaba en su posición a en las alturas sobre las ramas al igual que su compañera.
— " Ve por la espada... nosotras te cubriremos General " — Dijo en susurrantes ecos en la mente de Talion mientras para la híbrida solo se valió de gestos y señas para indicar que aguardara a su señal.

Las amazonas comenzaron a sospechar del silencio y la falta de una compañera, la misma que la capitana había bajado de un flechazo hace no mucho tiempo. Sacaron sus lanzas y comenzaron a observar detenidamente mientras la que portaba el tesoro monto rapidamente a su Akuh buscando escapar. Pero Arrakis antes de que esta pudiera de partir, una certera flecha golpeo el muslo derecho de la bestia haciendo que esta cayera al terreno. — Ahora! — Grito tras tomar dos flechas y disparar justo contra lider de aquellas amazonas. La mujer cayo atravesada por ambas flechas negras cuya corrupción se propagaba fugazmente en sus venas carcomiendola por dentro hasta quedar solo huesos y ropa destrozada.

Las amazonas distantes sacaron javalinas y flechas para arrojarlas hacia ella, pero la capitana era agil entre las ramas saltando como si fuera una bailarina imparable entre las alturas, siempre devolviendo fuego al enemigo — Es Demivah! acaban con ellas hermanas! — Grito una de las amazonas revelando un curioso nombre de la capitana. Pero no había tiempo para explicaciones... la amazona que portaba el tesoro buscaba reponerse de su estado de mareo tras la caída para echarse a la fuga como las demás empezaban a ponerse mas agresivas.

La capitana se vio obligada a decender de las alturas para bloquear el paso de las amazonas y darle tiempo al General de cumplir su pequeño trabajo. Ella apostaba que podría de vencer en breve contra una bestia herida y una amazona... como Dirami aprovechar en golpear al resto de las mujeres distraídas.

Estando luchando contra cuatro amazonas a la vez, no era mas que una danza sin final para la experimentada Arrakis. Ella ya las conocia demaciado y sus tecnicas de batalla eran mas que predecibles para estar en desventaja. Solo por un descuido una flecha impacto en su hombro derecho. Ella grito pero jamas freno su lucha... sus compañeros debían apresurarse. Matar a ocho amazonas restantes antes que estas lograran de alertar a mas debía ser algo calculado.

pequeñas reglas:

El miembro 'Akasha Shyrena' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Ataque' : 13

La orden se escuchó en su mente, Talion no dudo en atenderla, las enemigos a las que se enfrentaban  eran más rápidas intuitivas y astutas que los orcos o que los hombres león, e incluso algunas casi tan fuertes pero confiaba en la habilidad de las dos féminas.

Las amazonas ya estaban en alerta ante la posibilidad de intrusos, Talion salto sobre una de ellas clavándole la daga en el cuello, mientras que las que estaban detrás de él se iban sobre la melaza en busca de intrusos.

Mientras corría hacia otra enemiga, escucho a sus espaldas que las amazonas ya habían descubierto a la capitana Arrankis, la habían identificado y  llamado por un extraño mote que a  Talion le pareció curioso.

Se arrojó sobre otra de las amazonas  al tiempo que ésta daba un salto atrás y trataba de apuntar su jabalina. Talion le cogió la muñeca por donde la aferraba con la mano derecha y con la izquierda  le asió la garganta. No podía permitir que lanzaran más gritos que delataran su posición, ni siquiera después de clavarle una daga entre las costillas.

La mano que le quedaba libre a la amazona golpeó una y otra vez a Talion en la nuca. Los golpes de la amazona eran duros el triple de fuerte de lo que lo harían una mujer ordinaria, Talion no le quedo más remedio que soltarle la garganta y la muñeca.

La Amazona soltó la jabalina y agarro cabeza de Talion con ambas manos, tratando con todas sus fuerzas de torcerla. Talion hizo lo mismo,  el aliento le ardía en la garganta y la sangre le martilleaba en los oídos. Olía su propio sudor, y también el de la mujer salvaje. Gruñó desde el fondo de sus pulmones.

De pronto, oyó un crujido y el peso muerto de la salvaje cayó sobre su pecho. Talion, jadeante, lo dejó caer. La empenachada cabeza colgaba en una posición imposible.

Una menos, pero aún quedaba la amazona poseedora de la espada de Korth'azz la cual ya se había recuperado del mareo y montaba de nuevo  sobre su Akuh  en retirada… Talion hubo de invocar el poder de la oscuridad de su marca para ganar velocidad y avanzar con zancadas largas hacia ella y lanzarse sobre uno de los costados.

El resultado, ambos cayeron rodando entre la maleza y tras levantarse, se enfrentaron el uno contra la otra…

La amazona saltó lanzando un rugido mientras su espada describía un arco mortal. Cuando la sibilante hoja le rozo el vientre a Talion este se tambaleó y su vista se llenó de la llama azula de Malkôra y  después de retroceder, volvió a cobrar fuerzas y lanzó un poderoso mandoble con todas sus fuerzas. La afilada hoja atravesó  los huesos y el corazón de la amazona, la cual murió a los pies del Talion.

El miembro 'Talion' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Ataque' : 7

Al fin acabo con las tres arqueras. Me apoyo un momento en el árbol, con la daga en la mano y la otra agarrada a la rama de encima, y miro lo que ocurre. Parece que el general va a por una de las amazonas en concreto, y yo frunzo el ceño. Empiezo a moverme por las ramas, intentando hacer muy poco ruido para no ser descubierta.

Hay varias amazonas distraídas, y lanzo tres dagas certeras. Miran hacia mí, creo que me descubren, y empiezan a cargar sus arcos. Es entonces cuando bajo, pegada al tronco del árbol, y moviéndome por la hierba llego hasta ellas. Cuando la primera me ve es demasiado tarde, y pronto le atravieso el estómago con el cuchillo recto. Recupero una de mis dagas.

Las veo venir hacia mí, hay varias. Son, seguramente, tres o cuatro veces más fuertes que yo. Además, son bastante más altas. Hmm, estoy en desventaja. Frunzo el ceño y mis dientes se juntan con fuerza, aunque sin llegar a rechinar. Además del cuchillo recto, que ya tengo en la mano, saco el curvado. No me da tiempo a lanzar las dagas, por lo que intentaré matarlas en un cuerpo a cuerpo. Puedo estar en desventaja por mi baja estatura y por la poca fuerza que tengo en comparacción a las amazonas, pero debo saber usar mis ventajas. Mi ventaja, mejor dicho: mi agilidad.

Frunzo el ceño y corro, entonces salto, caigo detrás de una de ellas y la atravieso con el cuchillo recto. Sin embargo, otra amazona está detrás de mí, y un fuerte golpe en la espalda me tira al suelo sin que pueda hacer nada. Tiene el arco, y también una fuerza física considerable. Apoyo las manos en el suelo y me levanto con rapidez. Esquivo una acometida suya e intento clavarle mi arma en la espalda, pero es más rápida de lo que pensaba y me agarra la muñeca. La miro a los ojos, con fiereza, y trato de soltarme, aunque es inútil. Entonces, con una de las dagas, le traspaso el estómago, sin embargo, su agarre es fuerte y hasta una vez inerte sigue cogiéndome, por lo que está a punto de hacerme daño.

Consigo soltarme, y voy hacia otra de las amazonas. Corro hacia ella, le lanzo una cuchillada que esquiva y debo evitar yo una flecha. La miro frente a frente y le lanzo una daga al cuello con un rápido movimiento. Cae, se convulsiona durante un segundo. Y entonces se queda inmóvil.

El miembro 'Dirami' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Ataque' : 7

La caída de Arrakis en medio de las amazonas habia sorprendido a todas por igual. Ella era una de las cazadoras temidas en Kârna, sea por su habilidad en combate o por el enorme poder que su marca la obligaba a destacarse entre cualquier depredador del bosque.

El general Talion habia oido los pensamientos de la capitana y pudo de hacer valor a su marca para estar a igual medida que las habilidosas amazonas. Ellas llevaban un coraje e instinto salvaje, dificiles de dominar para un iniciado como lo era el general en aquellos bosques. La lucha contra la portadora del tesoro le llevo unas heridas superficiales y moraduras...pero el objetivo estaba asegurado. Ninguna tuvo la oportunidad de llevar al favorito de la emperatriz al borde de la muerte.

Dirami en cambio, para ser una forastera e iniciada en los grandes bosques de Eädur tuvo una gran adaptación gracias a sus mezclas raciales. A ojos de las amazonas ella era un especimen unico que debia de ser capturado... pero su gran agilidad hacia que las lanzas y espadas de las mujeres danzaran al rededor de su cuerpo, apenas si el acero de aquellas armas lograban tocarla dando pequeñas rajaduras en su piel.
Cuando las guardianas cayeron derrotadas a los pies de la hibrida, Arrakis quien había acabado con sus problemas saco rapidamente su arco y apunto hacia su dirección en solo un pestañeo. Una flecha surco los aires y cruzo a pocos centímetros de la cabeza de  Dirami... la flecha había impactado en una amazona que había intentado levantarse de sus grabes heridas y osar en atravesar a la elegida del general por la espalda.

El asalto había acabado tan fugaz como había iniciado. Para suerte de todos en un triunfante éxito.
La capitana Kazanmaki camino hacia donde yacía la fugitiva muerta y donde el general se encontraba a la espera. A simple vista, la herida del hombro de la capitana mostraba cerrarse y cicatrizar con gran rapidez. Ella no era una gran guerrera, era la razón por la que portaba un rango bajo... pero su devoción en Malkôra era el motivo por la que todos la respetaban y temían del mismo modo.

— Muy bien efectuado mi general. Veo que ya comienza a sentir su marca como debe...— Acoto tras inspeccionar el cuerpo de la amazona que portaba la espada que ella necesitaba. — Lo has hecho bien híbrida... tienes adaptación para el terreno sin dudas... — dijo elogiando a la invitada del general. Aun mostrando seriedad en su postura como capitana, ella no podia negar que estaba interesada en aquella criatura producto de una extraña mezcla de razas. Una mujer asi en su escuadra aseguraría sus victorias y el progreso de sus misiones... la Emperatriz seria capaz de entregársela a su disposición? tambien estaba la eleccion en que Dirami decidiera solo cobrar su parte y marcharse de Eädur... nada estaba asegurado.
Por otro pensar, Talion aprendía a usar la oscuridad rapidamente. Arrakis solo buscaba de que el general sintiera y viera que la Emperatriz y Malkôra eran mentes diferentes pero se complementaban; tampoco ella deseaba de dejar en claro sus pensamientos respecto a la Shyrena oscura. Siendo Arrakis una mujer con muchísimos años de vida a su favor, ella veía que aquel códice no era mas que para mantener el orden y la lealtad de sus siervos. Dentro de Kârna ella podía de ser la depredadora que siempre soñaba ser ante todos.

— Korth'azz fue un gran líder para Kazanmak. Valeroso y Fiel a la causa. Las amazonas supieron cuando golpear en aquel asedio en nuestras tierras. Nuestra imprudencia nos ha costado caro. — Menciono mientras quitaba la espada de aquellos viejos trapos que la envolvía, dejando a la vista su acero y las runas oscuras inscritas en ella. El poder de la Emperatriz probablemente podría de reanimar el cuerpo del lider con la esencia oscura de Malkôra... pero su alma había sido arrebatada, no seria para nada lo mismo. Los dedos de la capitana pasaron suavemente sobre las inscripciones de la espada, dándole pequeños pantallazos de las ultimas vivencias de su antiguo portador.

Las runas brillaron y la espada implosiono quedando solo pequeñas partículas sin valor en los pastos del terreno. Arrakis estaba en un punto de asombro y susto por lo visto. Le era difícil explicar lo que ella habia visto en aquella batalla donde el líder había terminado decapitado. — No fue Keira quien acabo con Korth'azz... Fue su hija, Orithia. Una brutal domadora de bestias a la que luche tiempo atrás... — Fue lo único que dijo mientras observaba a sus alrededores. "Dudo que estemos a su nivel... maldición!" pensó para ella en su mente tratando de no aparentar alterada. Arrakis tenia un algo personal con aquella amazona e intentaba ocultarlo ante sus compañeros.

Un fuerte rugido provino de lo mas profundo del bosque. Oyéndose como a kilómetro de distancia. Arrakis rapidamente se coloco su capucha y miro a sus compañeros, esta vez si mostrando su total preocupación. — Nos hemos convertido en presa. Corran! — Alerto antes de hecharse a la fuga. No tardaron mucho en aparecer pájaros de distintas especies viniendo de la dirección donde había provenido aquel salvaje rugido. alterados por el miedo o algunas aves siendo guías de las mismas cazadoras... debían de huir.

— Al frente verán una enorme caída. Salten sin pensarlo dos veces. Es una orden! — Grito en su correr sabiendo que mas adelante existía un turbulento y profundo rió. Sea la hija de la gran lider amazona o quien fuera que fuere... no seria capaz de arriesgarse a seguir a su presa por la misma trayectoria. Se despistaría y retomaría la caza una vez encontrara la manera de descender. Era mucho tiempo a favor de los tres elegidos de la Emperatriz.

Arrakis llego al borde de aquel abismo y salto primera, dando un gran clavado directo en las aguas del rio... dejando que las aguas llevaras su cuerpo liviano con gran facilidad. Siendo la primera en marcar el rumbo de seguro seria encontraria el final del rió donde esperaría a sus compañeros para ayudarlos y atenderlos en caso que sus golpes fueran graves. Sus compañeros tomarían el riesgo de la caída? buscar una ruta alternativa conllevaba a ser emboscados en medio de la vegetación por mas amazonas. Ademas... quien mas que en el conocimiento de Arrakis sobre las rutas a tomar?

Mismas reglas:

offrol: perdon la demora, ando estudiando para estas dos semanas X_X no habra tanta demora de ahora en mas. exeptuando fines de semana que uso para leer.

El miembro 'Akasha Shyrena' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Defensa' : 10

Lejos de sentirse orgulloso, aquella victoria tenía un sabor agridulce para Talion. Se había impuesto pero no había sido  gracias a su técnica, a sus capacidades como guerrero o a una estrategia bien elaborada, sino que todo había sido por efecto de esa marca, que lo imbuía con un poder embriagante,  que  azuzaba su sed de sangre y destrucción y al mismo tiempo lo hacía sentir culpable.

Notó el sabor de sangre en su boca, y la escupió al suelo, mientras la drow se hacía con la misteriosa  espada de la  amazona muerta.

Las runas de aquella espada comenzaron a palpitar, imbuidas de una magia maligna y venenosa, el metal de la hoja siseo y de pronto el rostro de la capitana Arrankis quedo en blanco entrando en una especie de trance, fue como si abandonara su cuerpo, pero no soltó la espada. Talion estuvo tentado a  quitársela pero pensó que quizás eso podría embrujarlo a  él también o bien que la drow quedase perdida en aquel viaje.

No hubo tiempo de analizar ni de especular,  aquel momento de tensión no duro mucho, la hoja se agrieto y se rompió en mil fragmentos.

¿Qué significa esto? — Pregunto Talion con gesto de interrogación, la capitana comenzó a murmurar cosas que solo ella entendía… Busco a Dirami con la mirada.

Se escuchó el batir de unas alas enormes, el espantoso aleteo de numerosas aves. Talion se puso nuevamente a la defensiva, sacó rápidamente su espada y la empuñó con fuerza, Varios halcones giraban en círculos por los aires, delatando su posición. Eran aves de gran envergadura y siniestra sabiduría en sus ojos…

Una trampa, estas malditas amazonas nos han tendido una trampa…

Salieron huyendo a través de la  maleza infernal, intentando despistar aquellas aves de presa. Todo esto estaba sucediendo demasiado rápido. El chirriante silbido de las saetas se mezclaba con los gritos de las amazonas que clamaban la sangre de los tres intrusos.

Cuando Talion llegaba a la sombra de unos primeros árboles, una de las amazonas le disparó una flecha. Talio había alcanzado a tirarse boca abajo  el perverso dardo se clavó en un tronco. El general se levantó rápido y siguió corriendo a sus espaldas oía los aullidos de las amazonas campesinos y el ruido de su precipitada persecución.

Al llegar al filo del barranco Talion se lo pensó, quizás pudiese salvar la distancia entre los dos bordes subiéndose a un árbol y buscando alguno liana, veía más posibilidades de sobrevivir de esa forma.

Pero los bordes fueron endebles, y el general cayó en la corriente de agua que lo arrastró a una velocidad estremecedora. Consiguió mantenerse a flote y ponerse la espada entre los dientes y busco con la mirada a sus compañeras…

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'Defensa' : 9

Parece que ya no hay más amazonas por aquí... bien, lo conseguimos. Sin embargo, veo una saeta dirigirse hacia mí y me aparto. Me pasa a pocos centímetros de la cabeza... el objetivo no era yo, escucho que se clava en el cuerpo de otra persona. Me giro y veo a una de las amazonas con esa flecha clavada. Frunzo el ceño.

-Rata traicionera... -murmuro entre dientes.

Después de recuperar la daga que he lanzado a una amazona, corro hacia la capitana y el general y me reúno con ellos. Esbozo una sonrisa de satisfacción al oír las palabras de la capitana, me alegra saber que lo estoy haciendo bien.

-Gracias, capitana.

Respiro profundamente. No he recibido ningún corte significativo, por suerte, solamente pequeños rasguños. He tenido suerte de salir tan bien, lo cierto es que no me lo esperaba, y menos contra las amazonas, que eran dos veces más voluminosas que yo y seguro que tres veces más fuertes. Pero lo que cuenta es que he logrado matar a todas contra las que me he enfrentado.

Las runas de la espada que lleva la capitana empiezan a palpitar, y veo que a ella el rostro se le queda en blanco. Frunzo el ceño, ¿qué clase de poder es éste? Nunca había visto nada igual. Luego, la espada se desintegra y de ella solamente quedan pequeñas partículas que flotan en el aire. Busco con la mirada al general, y veo que él hace lo mismo.

Un rugido me sobresalta, y miro a mi alrededor, otra vez en tensión. Llevo mi mano hacia las dagas y cojo una, preparándome para lanzarla si es necesario. Pero lo que se alza son pájaros, aves de presa, y están fuera de mi alcance. Vuelvo a guardar el arma y corro tras la capitana y el general a través de la maleza.

Esquivo ramas y arbustos, paso por al lado de unos, encima de otros y debajo de otros. Logro mantener una velocidad bastante alta, a pesar de lo salvaje de la vegetación. Y, justo enfrente, un precipicio. He oído antes la orden de la capitana, saltar sin pensarlo... A medida que me acerco, trago saliva y respiro hondo, me digo que sabe lo que se hace y no quiere matarnos, mucho menos matarse, así que saltar será una buena opción. Claro, así despistaremos a quién nos persiga.

Llego al borde de la caída y salto, impulsándome adelante para no chocar con las paredes. Vigilo de no hacer un salto demasiado amplio, aunque no creo que llegara a alcanzar el otro borde.

Consigo caer bien, zambullirme en el agua sin chocar con nada y luego salir de nuevo, sin que la corriente me arrastre. Me mantengo a flote y nado hacia una orilla, comprobando que no he perdido nada. Busco a la capitana y el general, y me acerco a él cuando lo encuentro. Creo que hemos caído todos bien... o medianamente bien, lo suficiente como para no hacernos daño.

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'Defensa' : 11

Las amazonas aprecian ser una manada de salvajes hambrientas tras los tres aventureros quienes escapaban sin si quiera animarse a mirar atrás. Javalinas y flechas volaban por los aires impactando en los troncos o perdiendose en la vegetacion... pero ninguna había llegado a los leales de la Emperatriz.

Un exitoso salto para un momento tan dramático fue efectuado por los tres. A pesar de las aguas turbulentas del rió, todos lograron de arreglárselas de no salir heridos. En aquel vórtice de aquel precipicio quedaba la mirada fria de aquellas cazadoras y de quien aparentaba ser su líder, montada en una gran fiera a la que no podía de reconocer su raza por la distancia. Arrakis tuvo la velocidad de reaccionar antes de seguir pensando de quien podría de tratarse... los tres estaban a salvo... pero no por mucho.


El rio desembocaba par de kilometros cuesta abajo, en una especie de pequeño lago rodeado de grandes y frondosos arboles, lugar donde el agua se hacia menos profunda y uno podía de sentir la arena que se hallaba en la profundidad.
Allí, la capitana ayudo a sus compañeros a medida que eran arrastrados por la corriente, comprobando de que sus caídas no les hayan jugado una mala pasada. — Segundos mas y quizás ahora nos estuvieran sacrificando a sus dioses paganos... — Dijo quejosa mientras salida de las aguas escurriendo su larga capa y observando de no haber olvidado nada en el agua como sus flechas y herramientas de supervivencia. La Drow se paro frente a sus compañeros cruzándose de brazos y observándoles en unos segundos de silencio. Ambos habían mostrado ser buenos y adaptables a las condiciones de Kârna... pero para ella ambos necesitaban mas para enfrentarse a la cazadora que ahora les hacia caza.

— Esta misión no esta a la altura de ustedes. Sera mejor que regresen a avisar a la Emperatriz que me quedare a darle caza yo misma. Una cazadora debe de viajar sola... — Dijo totalmente seria, como si se tratara de una orden directa y sin margenes de discutirse si era conveniente permanecer o no juntos.

—El sur esta en aquella dirección, traten de volver en una pieza, yo haré de distracción... la Emperatriz comprenderá la gravedad de este asunto como para que ella no decida en decapitarlos por regresar con las manos vacías. — Acoto señalando la dirección que ellos debían de tomar.
Era de esperarse para la capitana que el confundido general comenzaría a cuestionarla y por su alto cargo exigir explicaciones. Pero quizás ellos no notaban que se trataba de un plan de caza.
Arrakis en sus pensamientos no deseaba de echar a sus compañeros de regreso al reino... sino usarlos de cebo para atraer a la amazona que estaba detrás de ellos anteriormente. La Drow estaba decidida en usar la misma estrategia que su oponente... que mejor señuelo que una híbrida exótica de Anzus y el general mas preciado de la Emperatriz para atraer la atencion de la hija de una gran líder? Solamente ella necesitaba de poder moverse a solas para vigilar a sus compañeros y asechar a la amazona que de seguro ya estaba en camino para intentar atraparles de nuevo. — No es nada seguro quedarnos mucho tiempo parados. algo que decir? — Pregunto a ambos esperando que fueran breves. Quizás no lo notaban, o ni se enterarían tras la pequeña mentira de la elfa corrupta... pero la caza recién empezaba y les tocaba el difícil papel de "señuelo humano" con la idea de regresar a casa por su "bajo nivel de condiciones" para la misión. Cuando se enteraran la verdad, de seguro se molestarían con ella... pero todo sea por la seguridad del reino, de los tres y de la voluntad de la Emperatriz.